A más de tres meses del intento de golpe de Estado contra el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, más de 35.000 militares y civiles están en prisión preventiva por su presunta participación o vinculación con el levantamiento, mientras la policía busca a otras 4.000 personas, según informó hoy el gobierno.

El ministro de Justicia, Bekir Bozdag, dio un parte ante el canal de televisión local NTV y explicó que desde la intentona del 15 de julio pasado, las fiscalías de todo el país abrieron investigaciones contra unas 82.000 personas, todas por presunta vinculación con los golpistas, según informó la agencia de noticias EFE.

Erdogan y su gobierno señalan como el cerebro del levantamiento cívico-militar al predicador Fethullah Gulen, un ex aliado auto exiliado en Estados Unidos hace años. Pese a su histórica alianza con Washington, Ankara aún no ha conseguido que la Casa Blanca lo deporte para ser juzgado y condenado en su país.

Tras el intento de golpe, Erdogan se puso al frente de una purga masiva, que afectó principalmente a las Fuerzas Armadas, a la Policía, a la Educación pública y a la Justicia.

Para hacerlo sin trabas legales, el mandatario declaró el estado de excepción -que en principio vence a mediados de enero próximo- y esto le permitió despedir de un plumazo a más de 50.000 empleados públicos y extender la figura de la prisión preventiva sin cargos de cuatro a 30 días.

La purga, rechazada por la oposición de centro y de izquierda y pro kurda, coincidió con la escalada del conflicto con la principal guerrilla independentista kurda, el PKK, y la multiplicación de atentados, la mayoría reivindicados o vinculados por el gobierno a la milicia extremista Estado Islámico, la misma que controla grandes porciones de territorios en los países vecinos de Siria e Irak.

La situación se ha vuelto tan volátil en Turquía que el gobierno de Estados Unidos advirtió hoy a sus ciudadanos que existe un alto riesgo de atentados contra extranjeros en Estambul -el principal destino turístico del país- y el sureste del territorio, donde se concentra la golpeada minoría kurda y por donde pasa la porosa frontera con Siria.

En su página web, el consulado general de Estados Unidos en Estambul alertó que «grupos extremistas» siguen intentando «atacar a estadounidenses y/o a otros extranjeros» en la ciudad del Bósforo.

Mientras se conocía esta advertencia, un atentado con coche bomba golpeó a la sede del gobierno municipal de Genc, en la provincia de Bingol, en el sureste del país. Según el canal de noticias local CNNTurk, al menos un policía falleció y otras 20 personas resultaron heridas, entre ellas 6 agentes.

La prensa vinculó al PKK con el atentado, pero la guerrilla aún no lo reivindicó