La Cámara de Diputados de Brasil terminó hoy por la madrugada la sesión más larga de la historia desde el fin de la dictadura militar, en 1985, para debatir el juicio político de la presidenta Dilma Rousseff, que demandó casi 43 horas, se informó oficialmente.

La mega-sesión sobre la acusación a la jefa del Estado iniciada el viernes a las 8.55 por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, terminó a las 3.42 de este domingo con el discurso del diputado Gilberto Nascimento, del Partido Social Cristiano.

Casi 70 parlamentarios de la oposición renunciaron a expresarse en el recinto para permitir el cierre de la sesión y que la votación se inicie a horario, a las 14 de este domingo, tal como fue programado.

Durante la sesión más larga de la historia desde el fin de la dictadura -no fueron ofrecidos registros de otras sesiones anteriores- los legisladores mostraron el pulso que vive el país en su división, ya que subían al estrado para hablar con pancartas como «Fuera Dilma», «Impeachment Sin Delito es Golpe» o hasta una bandera gigante del frente democrático con la inscripción «Fuera Cunha».

A partir de las 14 el instructor del proceso, diputado Jovair Arantes, presentará la acusación y a las 16 se comenzará la votación de cada uno de los 513 diputados, que tendrá 10 segundos para manifestarse.

La oposición necesita 342 votos para elevar al Senado el juicio político de Rousseff por supuestas irregularidades en las coberturas de obligaciones del presupuesto, caso contrario la denuncia será archivada.

En caso de aprobación, el Senado debe recibir en dos días la acusación de la Cámara de Diputados y en diez si aprueba o rechaza el trámite por mayoría simple de los 81 senadores.

Si decide por darle curso a la denuncia, Rousseff debe apartarse del cargo por 180 días, mientras que pasaría a cobrar la mitad de su salario y seguiría viviendo en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial, dejando su puesto para el vicepresidente Michel Temer, quien se pasó a la oposición oficialmente hace tres semanas y es llamado de «jefe del golpe» por la mandataria.

Pasados los cuatro meses fuera del cargo, el Senado debe decidir por dos tercios de los votos si decide apartarla definitivamente.