Una comisión del Parlamento de Libia dijo este miércoles que se volvió «imposible» celebrar las muy esperadas elecciones presidenciales de pasado mañana y propuso que se hagan un mes después, en un gran revés para los esfuerzos internacionales de poner fin a una década de caos en el país norteafricano.

Se trató de la primera confirmación oficial de que la votación no se llevará a cabo, aunque este desenlace era ampliamente esperado en medio de múltiples recursos judiciales y reclamos para que se demoraran.

Desde hace casi un año, la elección era el eje central de las gestiones internacionales para pacificar a Libia y terminar con el desastre causado por el derrocamiento de Muammar Kadaffi, hace diez años, y muchos advertían que tanto celebrarlas como no podía desestabilizar aún más el país árabe.

En una carta dirigida al presidente del Parlamento, la comisión encargada de seguir el proceso electoral dijo que había concluido que era «imposible celebrar las elecciones en la fecha prevista del 24 de diciembre».

La Comisión Electoral del país se disolvió durante la noche de este martes sin haber presentado una lista final de candidatos, como se suponía que debía hacer.

La comisión delegó la responsabilidad de la gestión electoral en la comisión parlamentaria.

Decenas de legisladores llamaron a los libios a tomar las calles para protestar por la cancelación de los comicios.

Horas después de decir que las elecciones no podían hacerse, la comisión recomendó celebrarlas el 24 de enero, informó la agencia de noticias AFP.

Unos cien candidatos habían presentado sus credenciales para postularse, incluyendo varias figuras de alto perfil que fueron descalificadas, como el hijo y heredero de Kadaffi, Saif al-Islam.

Kadaffi fue asesinado en 2011 por una de las milicias alzadas en su contra en el marco de una revuelta islamista apoyada por la OTAN con polémicos bombardeos.

La votación había enfrentado muchos problemas, sobre todo disputas sobre las leyes electorales e internas entre distintos grupos armados.

Tras el asesinato de Kadaffi, Libia se sumió en el caos y la anarquía, con dos Gobiernos rivales, uno en el Este y otro en el Oeste, este último en la capital, Trípoli.

El Gobierno del Este estaba apoyado por el comandante militar Jalifa Hafter, y el otro, dominado por milicias islamistas, contaba con el respaldo de la ONU.

Cada lado, a su vez, estaba apoyado por potencias extranjeras, como Rusia, Turquía o Francia.

En abril de 2019, Hafter y sus fuerzas, respaldadas por Egipto y Emiratos Árabes Unidos, lanzaron una ofensiva para capturar Trípoli.

La campaña colapsó luego de que Turquía redoblara su apoyo militar al Gobierno del Oeste, el de los islamistas, con cientos de soldados y mercenarios yihadistas traídos desde Siria.

En octubre de 2020, un acuerdo de alto el fuego permitió la formación de un Gobierno de transición y la convocatoria a elecciones presidenciales el 24 de diciembre de 2021.

El futuro de este Gobierno ahora es incierto, porque la comisión del Parlamento dijo que su mandato termina el 24 de diciembre.