Una bomba con un kilo de explosivos estalló en la estación Sennaya Ploschadel del subte de la ciudad de San Petersburgo, la segunda más grande de Rusia y antigua capital imperial, mató al menos a 11 de personas y dejó 45 heridos, según el gobierno, en un ataque que hasta esta tarde no había sido reivindicado por ningún grupo armado.

Mientras el presidente Vladimir Putin advirtió ante la prensa que no descarta ninguna teoría y que «las agencias de seguridad y los servicios de inteligencia intentan determinar la causa» del ataque, la agencia de noticias estatal Interfax informó que la Policía sospecha que se trató de un atentado suicida y que el agresor podría tener vínculos con grupos extremistas islamistas.

La agencia rusa también adelantó que la Policía cree que el atacante sería un joven de 23 años, oriundo de una ex república soviética de Asia Central.  Según la Policía, los dos dispositivos, el que explotó y el que fue detonado de manera segura por las autoridades, eran bombas de esquirlas, un tipo de arma que lastima de manera indiscriminada y muy efectiva.

Entre los heridos, trece siguen en estado muy grave con heridas de metralla y quemaduras, según el parte oficial. El estallido, que coincidió con una visita a la ciudad del presidente de Rusia, Vladimir Putin, se produjo a las 14.40 hora local en la céntrica estación que combina varias líneas de la extensa red de ferrocarriles subterráneos de la ciudad.

Poco después, otra bomba que no alcanzó a explotar fue encontrada en la estación de Ploshchad Vosstaniya, también céntrica y perteneciente a la línea 3 de ferrocarril subterráneo. La Policía sospecha que el mismo atacante suicida colocó el dispositivo que no detonó.

Los tramos que siguieron suspendidos son los que incluyen las dos estaciones afectadas por el atentado, dos puntos del centro neurálgico de la enorme telaraña que dibujan las 5 líneas del metro de la ciudad.

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