Al menos seis personas murieron y más de 200 resultaron heridas hoy en Islamabad en enfrentamientos entre policías y manifestantes islamistas durante un operativo para reinstaurar el orden en la capital tras dos semanas de piquetes, indicaron autoridades sanitarias.

«Al menos seis personas fueron asesinadas en los enfrentamientos y cuatro fueron identificadas», dijo Deeba Shahaz, de los servicios de emergencia locales, citado por la agencia de noticias DPA.

A lo largo de la jornada, la policía y fuerzas paramilitares intentaron dispersar a los manifestantes, que cortan accesos claves a la capital paquistaní desde hace 18 días en reclamo de la destitución del ministro de Justicia, Zahid Hamid, por supuesta blasfemia.

Ante el fracaso de las negociaciones del gobierno, el Tribunal Supremo ordenó el pasado martes el despeje de los bloqueos en máximo 48 horas, una sentencia que fue incumplida por los manifestantes.

Unos 5.500 efectivos de las fuerzas de seguridad cargaron con pelotas de goma, gases lacrimógenos y cañones de agua contra unos 1.500 manifestantes, que respondieron con piedras, gases y granadas, según informó en un comunicado la policía.

Al menos tres vehículos de la policía fueron pasto de las llamas y más de 200 personas, entre policías y manifestantes, resultaron heridas, según datos del Instituto de Ciencias Médicas.

Ante la imposibilidad de dispersar la protesta, la fuerza decidió suspender el operativo tras varias horas de duros enfrentamientos.

«Para salvaguardar vidas humanas, los cuerpos de seguridad han suspendido las operaciones por el momento», indica la nota policial.

En consecuencia, el Gobierno paquistaní emitió una orden para autorizar el despliegue del Ejército en Islamabad.

«El Gobierno autoriza el despliegue de un número suficiente de tropas del Ejército paquistaní (…) en apoyo al poder civil» para «mantener el orden en el territorio de Islamabad, con efecto a partir del 25 de noviembre y hasta nueva orden», afirma el comunicado oficial.

Las protestas se han extendido al menos a otras seis otras ciudades, entre ellas Lahore, en el este del país, y Karachi, en el sur, según reprodujo la agencia de noticias EFE.

El 7 de noviembre pasado, los manifestantes acamparon en una de las principales autopistas de la capital para exigir la renuncia del ministro de Justicia, en rechazo a una reforma electoral que cambia el enunciado del juramento para los cargos públicos.

Según dicha reforma, en lugar de decir «Yo creo» que Mahoma fue el último profeta del islam, los ministros debían decir «Yo juro».

El abierto rechazo a la nueva norma hizo que, tres días después, el Parlamento restableciera el artículo original e incluso debió salir Hamid a enviar un mensaje para calmar las aguas.

Sin embargo, esto no fue suficiente para los islamistas que ahora reclaman la renuncia del ministro y de los responsables del cambio de la ley, que consideran un acto de blasfemia.

El Código Penal de Pakistán establece penas por blasfemia que van desde una multa hasta la muerte.

Se considera blasfemia el daño o profanación de los lugares de culto o de objetos sagrados, ultrajar los sentimientos religiosos, profanar el Corán o difamar a Mahoma