Las relaciones entre la Iglesia católica y China están actualmente en «una fase positiva», a pesar de que los tiempos para un acercamiento duradero sean imprevisibles, declaró el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado y número 2 del Vaticano.

«Actualmente, estamos en una fase positiva, hay señales de las dos partes sobre la voluntad de continuar el diálogo y encontrar juntos soluciones al problema de la presencia de la Iglesia católica en ese inmenso país», declaró monseñor Parolin en una entrevista con la revista San Francesco.

Esta revista, publicada por los hermanos franciscanos de Asís, y su traducción en mandarín, estarán disponibles a finales de este mes en China.

«Personalmente, me atrevería a decir que las perspectivas son prometedoras y esperamos que estas semillas germinen y den buenos frutos por el bien de China y del mundo entero», agregó el cardenal italiano.

Monseñor Parolin, sin embargo, recordó que el diálogo entre el Vaticano y China «es un largo camino que ha conocido altibajos, que todavía no ha concluido y que se completará cuando Dios quiera».

Los contactos entre los responsables de la Santa Sede y el gobierno chino son regulares y discretos, incluso a pesar de que algunos católicos chinos acusen al Vaticano de querer sacrificar sus intereses en aras de una reconciliación.

Las de decenas de millones de católicos chinos están divididos desde hace décadas entre una «asociación patriótica», cuyo clero es elegido por el partido comunista, y una Iglesia clandestina, cuyos obispos nombrados por Roma no están reconocidos por Pekín.

El Vaticano y China rompieron sus relaciones diplomáticas en 1951.