El presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, aseguró este miércoles que «no hay salida en el desorden», al defender ante el Parlamento la quinta prórroga del estado de alarma que rige en España hace más de dos meses por la crisis del coronavirus, cuya aprobación le supone un alto costo político.

El Ejecutivo español tienen garantizada la validación parlamentaria gracias a un acuerdo con los liberales de Ciudadanos, que lo distancia de los independentistas catalanes de izquierda que facilitaron su reelección y, además, deja al gobierno debilitado en el mediano plazo.

«Nadie tiene derecho a derrochar lo que hemos conseguido entre todos en estas largas semanas de confinamiento», afirmó el líder socialista en su intervención en el pleno del Congreso de los Diputados de Madrid.

De forma solemne, Sánchez pidió “disculpas a los ciudadanos por los errores propios», y prometió que el estado de alarma «no durará ni un día más de lo necesario».

Con el duro aislamiento bajo el estado de alarma, que entró en vigor por primera vez el 14 de marzo, el gobierno de coalición entre el Partido Socialista (PSOE) y la fuerza de izquierda Unidas Podemos logró estabilizar y controlar el brote local de coronavirus, que al día de hoy provocó cerca de 28.000 muertos y afectó a más de 232.000 personas.

«España se está reactivando, los avances han llegado», señaló Sánchez, antes de remarcar que «no hay salida en el desorden», sino en un desconfinamiento «asimétrico, gradual y coordinado».

«El estado de alarma y la desescalada funcionan», dijo Sánchez tras pedir 15 días más de prórroga, que llevarán el estado de alarma hasta el 7 de junio.

El presidente también reivindicó la «cogobernanza» con las regiones autónomas españolas, que -según dijo- en la última etapa «irán recuperando sus plenas capacidades de decisión», en un gesto hacia los nacionalistas vascos que lo respaldan.

Sánchez insistió en que «el estado de alarma y la desescalada funcionan», y argumentó que sustituirlo por un rosario de leyes ordinarias, como reclama la derecha y parte de la izquierda, entorpecería la toma de decisiones.

Para alcanzar un acuerdo hacia la derecha con Ciudadanos, Sánchez tuvo que abandonar su idea de extender el estado de alarma durante un mes, para dar cobertura completa a su plan de desescalada, y también comprometerse a estudiar herramientas legales para no tener que recurrir a otra prórroga.

Sin embargo, lo más arriesgado es que se puso en contra a los partidos que lo mantienen en La Moncloa, sin garantías de que Inés Arrimadas, la líder de Ciudadanos, seguirá apoyándolo más allá de esta decisión.

«Estamos llevándonos por delante el espíritu de la investidura, quizás de forma irremediable», advirtió Gabriel Rufián, el vocero del partido Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que fue la llave para la reelección de Sánchez.

Ese pacto hacia la izquierda «era palanca para el progresismo y el dique de contención para el fascismo», subrayó el dirigente republicano, cuyo partido votará en contra de la nueva prórroga de 15 días.

El líder del opositor Partido Popular (PP), Pablo Casado, quien apoyó las primeras tres prórrogas y se abstuvo en la cuarta, también votará «no», tras recrudecer las críticas a la gestión del gobierno, al que acusa de haber convertido el estado de alarma en una «subasta».

“Usted es incapaz de proteger a los españoles más allá de con esta brutal reclusión”, aseguró Casado, quien reprochó a Sánchez evitar los contagios de la misma forma «que se evitan accidentes de tráfico».

En tanto, el líder del partido ultraderechista Vox, Santiago Abascal, volvió a culpar directamente al gobierno de las muertes provocadas por el coronavirus, en su interés por imponer su agenda ideológica.

«La revuelta de las cacerolas ya se ha extendido por todos los barrios y por toda España. Ustedes no tienen ni remedio, ni escrúpulos ni culpa», dijo Abascal, quien llamó a los españoles a protestar contra el gobierno el 23 de mayo.

En los últimos días, la protesta antigubernamental que comenzó en el acaudalado barrio de Salamanca de Madrid, donde vecinos afines a la derecha y ultraderecha enfundados en banderas españolas protestaron desde balcones y a pie de calle sin respetar el distanciamiento social al grito de «¡Libertad!», se replicaron en otros barrios y ciudades de España.