Foto gentileza Europa Press

Días atrás, miles de agricultores agrupados en las ciudades españolas de Extremadura y Andalucía bloquearon rutas con el objetivo de visibilizar su problemática situación, y en particular contra la práctica de dumping por la que denuncian a cadenas supermercadistas grandes.

También la manifestación toma forma como un rechazo a la firma de acuerdos de libre comercio por parte de la Unión Europea (UE) con países que establecen precios de competencia bajos en detrimento de agricultores europeos, anclados en sus ventajas comparativas.

Una muestra de esa realidad queda expuesta en el precio de tope que se les paga por las naranjas es de 20 centavos de euro por cada kilogramo, una suma considerablemente inferior al costo de producción de los productos.

En Andalucía se replica también un flagelo de otras latitudes, con el caso de las tradicionales granjas familiares, que han sido reemplazadas por conglomerados de invernaderos que reducen los costos de producción, con la utilización de mano de obra “barata” e incluso, según algunas denuncias, trabajadores ilegales del Norte de África, un caso similar al de las maquiladoras mexicanas.

A la protesta de los españoles se sumó en las últimas semanas el reclamo de agricultores irlandeses, impulsados por la intención de la Comisión de la UE de reducir el presupuesto para la Política Agrícola Común (PAC) de la UE, en principio en torno al 14% como compensación por el hecho de que el Reino Unido, imbuido en su salida del bloque continental (Brexit) ya no pagará su parte del presupuesto.

En ese sentido, el presidente de la Asociación de Agricultores Irlandeses (IFA), Tim Cullinan, aseveró que esa propuesta, filtrada a través del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, representa un golpe enorme para los agricultores irlandeses.

«Esta propuesta lleva un recorte significativo al presupuesto de la CAP y sería un golpe devastador para los agricultores irlandeses y el campo irlandés y se debe rechazar», aseguró.

De esta manera, y con la amenaza que implica la posibilidad de concretar acuerdos de libre comercio con el Mercosur, Canadá y Estados Unidos, muchos temen el retorno a tiempos casi feudales, con preponderancia de “terratenientes”.