La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, alertó hoy que Brasil está «a un paso de la ruptura democrática» y que un «golpe de Estado parlamentario» permitirá la asunción de un «gobierno usurpador», al pronunciar un histórico discurso de defensa en el juicio político que en la próximas horas puede destituirla del cargo.

«Estamos a un paso de la efectivización de una grave ruptura institucional. Estamos a un paso de que se concrete un verdadero golpe de Estado», dijo Rousseff en su alocución, en la que defendió su gobierno y acusó a la oposición de haber boicoteado su gestión tras la reelección en 2018.

La mandataria, suspendida en el cargo desde el 12 de mayo último, también denunció al «gobierno usurpador» de su vicepresidente Michel Temer, y anunció que en caso de ser condenada apelará al Supremo Tribunal Federal porque según ella no cometió delito de responsabilidad contra la Constitución por haber alterado prioridades en el presupuesto 2015.

Temer, por su parte, siguió en el Palacio del Planalto la sesión, confiando en que su base aliada logrará más votos que el piso de 54 que se necesita para condenar a Rousseff, prohibirla de la vida pública durante ocho años y terminar con 13 años de gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT).

«Se está violando a la democracia y se condena a una a inocente. Esta es la excusa que marca el juicio que será realizado por la voluntad de los que lanzan contra mi pretextos acusatorios infundados», dijo Rousseff en su discurso, de una hora de duración.

Rousseff fue cautelosa al no levantar el tono personal contra algunos senadores, buscando que varios se abstengan en la votación clave. La mandataria fue arropada políticamente desde el inicio del día.

Se despertó a las 6 y desayunó con sus ex ministros, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el cantautor Chico Buarque, un conocido militante del PT que siguió desde las galerías superiores, con anteojos negros, toda la sesión, al lado de la cúpula del Movimiento SIn Tierra y del Movimiento Sin Techo.

En una sesión en la que estaban inscriptos 40 senadores para hablar, Rousseff enfrentó a sus acusadores, entre ellos el ex candidato presidencial Aecio Neves, quien la acusó de haber mentido en la campaña y de haber incurrido en «pedaleadas fiscales» para maquillar la economía, violando la Constitución.

«Ustedes nunca reconocieron la derrota, acudieron a los tribunales electorales y apostaron al cuanto peor mejor», dijo a Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

Este «golpe será golpe si condenan a una inocente por crimen de responsabilidad», dijo, por su parte, al jefe del bloque del PSDB, Cassio Cunha Lima, quien la acusó de haber guardado informaciones para ganar las elecciones en 2014 y de que su salida no es un golpe sino un pedido «de las calles».

«Senador, el proceso no fue en forma espontánea; ustedes se aliaron al chantaje de Eduardo Cunha para derrocarme; el proceso no vino de las calles en forma espontánea», afirmó la mandataria.