Los demócratas que lideran el segundo juicio político contra Donald Trump seguirán este jueves presentando su caso, un día después de la exhibición en la sesión de videos de cámaras de seguridad que mostraban escenas de pánico entre los legisladores el 6 de enero -día del asalto al Capitolio-, un punto que los fiscales esperan se convirtiera en clave en el juicio contra el mandatario.

Las imágenes mostradas, muchas de las cuales nunca antes se habían visto, incluyeron el momento en que la turba irrumpía en el edificio, legisladores angustiados recibiendo ayuda de los guardias de seguridad, manifestantes participando en un combate cuerpo a cuerpo con la policía y el audio de los oficiales de policía del Capitolio pidiendo apoyo.

Las imágenes muestran asimismo al entonces vicepresidente Mike Pence, quien se encontraba en el Capitolio para presidir la sesión de certificación de la victoria electoral de Joe Biden, mientras es guiado rápidamente por unas escaleras por guardias de seguridad para ponerlo bajo resguardo, junto a su familia.

El jefe de la mayoría demócrata, Chuck Schumer, aparece esquivando por poco a una multitud desenfrenada y el senador Mitt Romney, un republicano que frecuentemente se oponía a Trump y había sido convertido en blanco de su odio, es alejado en el último minuto por un agente cuando ya la muchedumbre se le acercaba.

En otro segmento, se observa a la turba irrumpiendo en la oficina de la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, también blanco frecuente de la retórica incendiaria de Trump.

«Nancy, ¿dónde estás, Nancy?», gritaban los manifestantes mientras buscaban por el lugar, sin saber que ocho miembros del equipo de la legisladora estaban escondidos detrás de una puerta situada en ese mismo pasillo, mientras, Pelosi ya había sido evacuada de urgencia.

«Sabemos por los mismos manifestantes que si hubieran encontrado a Pelosi, la habrían matado», dijo Stacey Plaskett, una de las fiscales demócratas y delegada en la Cámara de Representantes por las Islas Vírgenes.

Las imágenes que evidenciaron cuán peligrosamente se acercó la turba a los líderes de la nación, cambiaron el enfoque del juicio, desde un debate académico sobre la Constitución a un recuento crudo del asalto del 6 de enero.

Este miércoles, los legisladores demócratas que actúan como fiscales argumentaron por segundo día consecutivo que el asalto fue promovido deliberadamente por el ex presidente, e insistirán en recordarle a los senadores -y a los estadounidenses que siguen el proceso- lo violenta que se tornó la situación el día del asalto.

La asonada dejó cinco personas muertas, entre ellas un policía que fue ultimado a manos del grupo de fanáticos.

El episodio ocurrió luego de que Trump dijera a sus seguidores reunidos cerca de la Casa Blanca que no había ganado la reelección debido a un robo.

Los abogados defensores del ex presidente, que presentarán sus argumentos más adelante esta semana, adujeron no obstante que el expresidente no puede ser culpado personalmente por lo ocurrido e insistieron en que el juicio es inconstitucional porque ya no está ejerciendo el cargo.

Trump, que está en Florida tras dejar la Casa Blanca, no comparecerá en el proceso y se ha mantenido en silencio.

Pero el juicio puso nuevamente al ex  mandatario en el centro de la agenda nacional y destacó la influencia que aún tiene sobre las bases republicanas.

Los demócratas deben convencer a 17 senadores republicanos de que Trump es culpable del cargo de incitación a la insurrección si quieren reunir la mayoría necesaria para condenarlo, algo que por el momento parece improbable.

Marginado de Twitter y otras redes sociales, Trump tiene pocas vías para expresar sus opiniones sobre el juicio.

Además, es probable que sus abogados le hayan pedido que se mantenga al margen para evitar que algunos republicanos se vuelvan en su contra.

Pero reportes de prensa apuntaron a que el ex mandatario se mostró furioso con su entorno el martes, durante la apertura del proceso, por lo que él mismo consideró una deslucida actuación de sus propios abogados.

A diferencia del primer juicio político contra Trump hace un año, que se extendió por tres semanas, se espera que este proceso culmine en cuestión de días.