El presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, renunció anoche tras semanas de protestas masivas y una creciente presión del ejército del país para poner fin a su mandato de 20 años.

La decisión de Bouteflika deja al país miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en una situación de incertidumbre. No está claro si su renuncia será suficiente para calmar a los manifestantes, cuyas demandas han ido en aumento y tienen como eje la eliminación de toda la élite gobernante.

El ejército rechazó ayer por la tarde la promesa de Bouteflika de retirarse antes del final de su cuarto mandato el 28 de abril, argumentando que era hora de invocar artículos constitucionales que declararían al presidente argelino, de 82 años, no apto para el cargo.

Las manifestaciones multitudinarias comenzó cuando el mandatario, afectado por un derrame cerebral en 2013, mermó en sus apariciones públicas pero igualmente anunció su intención de postularse para un quinto mandato en el cargo frente a la oposición popular.

Bouteflika dio marcha atrás rápidamente con su plan de ir a una nueva reelección, pero aun así se comprometió a permanecer en el cargo para guiar al país a través de una transición que incluiría redactar una nueva constitución. Este fue el punto de ebullición máximo para una parte de la opinión pública y la propuesta fue rechazada en las calles, donde los manifestantes comenzaron a pedir la eliminación de toda la élite política que ha gobernado el país durante décadas.

«Bouteflika notificó oficialmente al presidente del consejo constitucional su decisión de renunciar como presidente de la república», informó la agencia oficial de noticias APS.

El cerco sobre el presidente argelino terminó de erigirse cuando uno de sus aliados cercanos, el jefe de personal del ejército Ahmed Gaid Salah, abordó por primera vez la posibilidad de un juicio político la semana pasada.

En lo estrictamente económico, las brechas entre la élite gobernante y el resto de la población se han profundizado durante las semanas de protesta. En cuanto a lo netamente político, no está claro a quién podría nombrar el partido gobernante, el Frente de Liberación Nacional (FLN) para reemplazar a Bouteflika o cuándo tendrían lugar nuevas elecciones.

argelia

En las calles, los manifestantes han rechazado constantemente una concesión tras otra y ahora están exigiendo la eliminación de «le pouvoir» (el poder), una élite gobernante poco definida que se compone de oficiales militares, líderes del FLN y empresarios importantes.

Este sismo político y social puso en alerta a varios socios económicos de Argelia debido a que es el tercer proveedor de gas más grande para el continente europeo. Por está razón, el devenir de la coyuntura argelina está siendo observado con atención tras las fronteras.

Rusia es uno de los que ha expresado su postura ante la situación de Argelia. Desde el Kremlin pidieron hoy que se realice una transición sin «injerencia de terceros países».

«Esperamos que, pase lo que pase, los procesos internos que se desarrollan en este país y son exclusivamente asuntos internos de Argelia se lleven a cabo sin injerencia de terceros países», declaró a la prensa el portavoz del gobierno ruso, Dmitri Peskov.

El país ruso tiene vínculos comerciales con Argelia, por eso el Peskov cerró diciendo que espera que la dimisión de Bouteflika «no tenga repercusión alguna en el carácter amistoso de nuestras relaciones bilaterales».