Por Nabih Yussef *

[Barcelona] ¡No nos engañan, Cataluña es España! ha sido el cántico más escuchado entre los 500 mil y un millón de españoles -que según distintas cifras- han salido a las calles de Barcelona para poner fin a los intentos del Govern de la Generalitat de dividir la región del reino español.

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy (PP), decidió con amplio apoyo de las cámaras, intervenir las instituciones catalanas y poner fin a la autodenominada República Catalana. El apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea y China al gobierno de Madrid, fue clave para sepultar la intentona secesionista encabezada por el líder Carles Puigdemont.

Para la Unión Europea y la Canciller alemana Ángela Merkel, una modificación del statu quo de Europa, puede amenazar a la unión. La líder proeuropea busca mantener la institucionalidad del gigante continental y frenar las sangrías que provocó la salida de Gran Bretaña en el proceso Brexit, como también el avance de los partidos euroescépticos que se cuelan en las instituciones europeas para boicotear la ingeniería de la confederación.

En un sobrio comunicado, la Casa Blanca resaltó que “Cataluña es una parte integral de España» y que respaldará al gobierno del conservador Mariano Rajoy en su cruzada contra la dirigencia catalana.

Por otra parte China, que tiene zonas secesionistas neutralizadas por el ejército nacional, tampoco ve con buenos ojos que la mística independentista se expanda como dominó a través de la prensa internacional, y se inclinó sin reparos por el principio de “una España”.

Finalmente, Vladimir Putin, único capaz de desequilibrar la balanza a favor de los independentistas, ha oscilado entre un escueto “respeto por la integridad territorial” de España y un pase de facturas por lo que llamo “doble estándar del gobierno de la UE”, que por un lado no acepta la proclamación de una República catalana, pero que sí se aventuró en aceptar la declaración unilateral de independencia de Kosovo, que en 2008 se separó de Serbia, país aliado y zona de influencia rusa.

La falta de apoyo a Cataluña es amplia, al punto tal que ni el Principado de Andorra, único país con lengua catalana como oficial, apoya el proceso secesionista.

Por parte de Latinoamérica, con excepción de Venezuela, los países han manifestado su apoyo al Palacio de la Moncloa. Colombia, Brasil, México y Argentina sostuvieron al unísono que no reconocerán a una eventual república catalana independiente de España. El presidente Mauricio Macri, incluso pidió “restablecer la legalidad” en Cataluña, en sintonía con el jefe de Gobierno, Mariano Rajoy.

Con una Cataluña internacionalmente aislada y con las calles repletas de catalanes a favor del gobierno central, Mariano Rajoy intervendrá las instituciones de Cataluña. La designada para tamaña tarea es Soraya Sáenz de Santamaría. La vicepresidenta asumirá de inmediato, las competencias del Govern de la Generalitat y la justicia deberá decidir el destino penal que le cabrá a Carles Puigdemont.

Resta saber cómo se prepara el gobierno central en Madrid para manejar un aparato regional de más de 90 mil funcionarios públicos, donde gran parte de los dirigentes de “segunda línea” responden a los sectores proindependentistas.

La fecha para las elecciones autonómicas se designó para el 21 de diciembre, donde se medirán nuevamente las fuerzas partidarias de Cataluña para designar a sus representantes institucionales. Si se confirma nuevamente el avance de los independentistas en las urnas, el círculo vicioso volverá a cerrarse y Madrid y Barcelona volverán al punto de inicio, en un conflicto que parece cesar las llamas pero no apagar el fuego.

*Analista internacional y Director del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org