«Quise reparar una injusticia». Un exboxeador profesional juzgado este miércoles en Francia por haber golpeado a dos policías durante una manifestación de los «chalecos amarillos» admitió haber cometido un «error» pero justificó su gesto por la «violencia» policial.

La fiscalía requirió dos años de cárcel más uno en suspenso.

«Son escenas de una violencia increíble, y deben ser sancionadas» explicó el representante del ministerio público.

La atmósfera era eléctrica en la sala abarrotada del tribunal correccional de París, ante el cual comparecía Cristophe Dettinger, 37 años, excampeón nacional de peso ligero, por «violencia en reunión contra agentes de la autoridad pública».

Frente a él sólo acudió al juicio uno de los dos gendarmes agredidos. Su colega, que sigue de baja médica, «no está en estado» para venir a la corte, explicaron sus abogados.

Dettinger, un coloso de 1,90 metros de estatura, fue filmado el 5 de enero golpeando a puño cerrado a un policía y pateando a otro que yacía en el suelo durante una manifestación que degeneró cerca de la sede del Parlamento en la capital francesa.

Las imágenes, que fueron difundidas en redes sociales y en los noticieros franceses, causó indignación en el país, pero el exboxeador se convirtió en un héroe para algunos «chalecos amarillos» que manifiestan desde hace casi cerca de tres meses, a veces violentamente, contra la política fiscal y social del presidente Emmanuel Macron.

Sentí una cólera extrema

La audiencia arrancó con la proyección de los videos que se volvieron virales.

«Estaba buscando a mi mujer y vi a gendarmes golpeando con porras a chalecos amarillos. ¡Pum!, ¡Pum! !Pum!», dijo, imitando el ruido de los golpes. «No entendía qué pasaba. Vi a una mujer en el suelo, una patada y una porra en el aire, fue ahí cuando me abalancé sobre el policía y lo golpeé», contó muy tranquilo.

«¿Estaba usted enfadado?», le pregunta la presidenta de la Corte. «Estaba defendiendo a la mujer que estaba en el suelo.

Cuando veo una injusticia, actúo. Todo pasó muy rápido», respondió el exboxeador.

Prosiguió un debate para saber si uno de los policías pateó o no a una mujer en el suelo. Esta última, de contextura pequeña y cabello fucsia, confirmó ante la Corte que «recibió golpes».

«Sentí una cólera extrema que me inundó», dijo Dettinger, que señaló no obstante sentir mucha «vergüenza» por su acto, que «lamenta». «Quise reparar una injusticia y creé otra», añadió el boxeador, que es funcionario del ayuntamiento de Brétigny-sur-Orge (Essonne), un suburbio parisino.

Este padre de familia de tres hijos, casado y sin antecedentes penales, se encuentra detenido desde inicios de enero, a la espera de su juicio.

La corte de apelaciones de París rechazó su pedido de liberación condicional siguiendo las recomendaciones del ministerio público que estimó que tenía una personalidad «peligrosa», era «impulsivo» y estaba «totalmente determinado a cometer actos violentos».

No obstante, ha suscitado una amplia simpatía entre los «chalecos amarillos» y sus partidarios. Una campaña en línea permitió recaudar más de 117.000 euros (135.000 dólares) para financiar sus gastos legales.

El movimiento de los «chalecos amarillos», llamado así por la prenda fluorescente que llevan, comenzó como una protesta contra una subida de impuestos sobre los combustibles pero se convirtió rápidamente en una revuelta contra la pérdida de poder adquisitivo.

El número de personas que participan en las manifestaciones convocadas por este colectivo cada sábado ha disminuido significativamente desde inicios de año, pero las protestas terminan regularmente con disturbios y choques con la policía.

El sábado pasado más de 50.000 «chalecos amarillos» se movilizaron en toda Francia y se registraron incidentes en varias ciudades. En París, un manifestante perdió cuatro dedos de la mano por el estallido de un artefacto aparentemente lanzado por la policía.

Desde el inicio de las protestas, 1.796 manifestantes han sido condenadas en tribunales, principalmente por destruir bienes públicos y atacar a la policía. Y otras 1.422 están aún a la espera de juicio.