La irrupción de la ultraderecha en la región sur de España, provocó innumerables incertezas entre los principales líderes políticos de España. Al conocerse los resultados de las elecciones en Andalucía, donde la ultraderecha obtenía 12 bancas de diputados, la prensa concurrió con sus micrófonos inmediatamente para tener la declaración de los dirigentes de los partidos tradicionales españoles. Se tratan del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP), que han reaccionado sin pensar ante las cámaras y han tenido que recular en más de una ocasión. Sin libreto claro, ambos partidos se encuentran inmersos al interior de sus organizaciones para poder enmarcar el nuevo escenario político con mejor exactitud.

La única fórmula posible para formar gobierno en la comunidad autónoma, es con la unión del PP, Ciudadanos y el flamante Vox, el partido de ultras que se ha colado en la Junta de Andalucía. Ni Adelante Andalucía-Podemos, ni los socialistas del PSOE, tienen suficientes escaños para quedarse en el parlamento. La única carta que posee la izquierda, es esperar que la contraparte no llegue a un acuerdo y volver a las elecciones.  

Por su parte, el presidente del PP en Andalucía, Juan Manuel Moreno ya negocia con Ciudadanos (centro-derecha), la formación de un gobierno donde Vox aportaría votos pero no conformaría las consejerías y ministerios de la comunidad autonómica. Edulcorar el apoyo de Vox al nuevo gobierno, podría poner fin a una hegemonía de 36 años de socialismo andaluz. La derecha tradicional española apuesta a que Vox ofrezca esos 8 votos sin pedir nada a cambio. Sin embargo, aunque la escuadra de ultraderecha esté dispuesta a renunciar a cargos en el Estado, no está dispuesta a relegar sus reivindicaciones. El nuevo gobierno que salga de ese acuerdo, deberá aceptar parte de los ejes que reclama Vox. Aquí, punto por punto, las opciones que deberá tomar a la carta Juan Manuel Moreno si quiere ser el nuevo presidente autonómico de una Andalucía que no se parecerá más al pasado.

Terminar con los inmigrantes africanos y sudamericanos

Para el politólogo franco-argelino Sami Naïr, para entender el “fenómeno Vox” debemos situarnos, y señala “la globalización liberal que se puso en marcha a finales del siglo pasado ha entrado en una fase crítica”. Se trata del avance de un “nacionalpopulismo new wave, que retoma muchos ingredientes del fascismo clásico: rechazo del mestizaje, oposición de los de abajo a los de arriba, xenofobia, mentalidad paranoica frente al mundo exterior, política de fuerza como método de negociación, denuncia del otro y de la diversidad”1, continua el intelectual, ex eurodiputado por Francia 1999-2004.

 De todos estos componentes, el más troncal se trata sin dudas de la inmigración (i)legal africana y sudamericana que vive en la península española. Esta gran apuesta electoral, propone terminar con el “efecto llamada” de inmigrantes que promueve Madrid frente a los refugiados que escapan de África y navegan por aguas del Mediterráneo. Para los ultranacionalistas, España debe prohibir las ONGs de socorristas que rescatan naufragios en el mar abierto, y deportar a aquellas personas que logren efectivamente llegar a suelo español. Además, buscan modificar los tipos penales para endurecer las condenas a inmigrantes ilegales, como también, penas a los españoles que colaboren con ellos ofreciéndoles trabajo o ayuda médica. Finalmente, Vox se suma a la tendencia global de construir muros y reclama una muralla para custodiar las ciudades españolas de Ceuta y Melilla en territorio africano. Si el PP quiere erigir un Ejecutivo en Andalucía, este punto de la plataforma de Vox es innegociable.

 Primero España

La versión estadounidense de “America first”, tiene su versión “a la española”. Se trata del lema por el cual Vox propone fortalecer la identidad española ante el avance del multiculturalismo. Así las cosas, identifican a la iglesia católica, la caza de animales o la tauromaquia como insignias de una españolidad que está debilitada y debe “reconquistarse”, sostienen. Para ello, la formación xenófoba propone cerrar mezquitas en una región donde los musulmanes y cristianos llevan conviviendo por siglos, y donde las principales atracciones turísticas de sus ciudades son particularmente del arte islámico al-andalus de origen hispano-árabe. No contentos con proponer cambios en Andalucía y España, Vox pretende involucrar al Ejército nacional en misiones militares internacionales de combate contra el yihadismo y suspender el espacio Schengen, por el cual transitan libre los ciudadanos europeos por la UE. Una medida que iría en detrimento de los miles de jóvenes andaluces que se encuentran trabajando fuera de su región, en países como Francia (41.137), Alemania (33.790) y Reino Unido (17.059). Según el Instituto Nacional de Estadística, son casi 300.000 andaluces que se encuentran fuera del país aprovechado precisamente esa zona Schengen para trabajar en el exterior. Otros ciudadanos andaluces se encuentran fuera de Europa, siendo Argentina donde concentración de migrantes es más importante, contabilizando 59.734.

 Volver a la familia

La familia católica como centro de las políticas públicas. Es por ello que Vox reacciona contra la comunidad LGBTI y plantea además, la necesidad de eliminar la ley de violencia de género porque “discrimina a los varones”, defienden. Para los ultraconservadores, se debe terminar con el financiamiento a ONGs de derechos humanos y suprimirlas definitivamente. En su lugar, se creará un Ministerio de Familia que apoye la natalidad española y se encargue de eliminar la práctica del aborto (legal en España desde el 2010).

 Populismo económico

Vox reclama reducir “drásticamente” el gasto público eliminando cargos “ideologizados” del Estado, sin precisar mucho más. Subrayan que las empresas de televisión regional deben dejar de existir, pero que se eliminarán todo tipo de costos a la constitución de otras empresas que no tengan influencias ideológicas. Asimismo, proyectan reducir impuestos personales y el IVA a los productos, sin ningún estudio de impacto. En definitiva, de lo que se trata es de “una verdadera revolución fiscal”, defienden sus dirigentes. Impuestos que se suprimen y subsidios que se consignan, en una matemática que tiene más de mito que de lógica.    

 

 El fin de los Estados autonómicos

Francisco Serrano Castro (foto), la cara visible de Vox-Andalucía, ha sostenido que su partido buscará eliminar a los Estados subnacionales de España. Lo que básicamente conllevaría a modificar o derogar la Constitución española del regreso de la democracia (1978). Según sus principales líderes, se deben suprimir los Estados autonómicos y centralizar todo el poder en un Estado único y central, como también abolir a los partidos políticos, al fin de crear un único actor social. Estos componentes propios del fascismo clásico, apuntan a (re)construir un encuadramiento totalitario de la sociedad, eliminando las “disidencias” culturales, religiosas, sociales y sexuales. En su imaginario reaccionario, “regresar” a la familia monoparental, católica, blanca y española sería, finalmente, la única garantía de subsistir ante el avance de la modernidad y el multiculturalismo.

 El presidente de los populares andaluces tiene en sus manos la llave para acceder a la presidencia de Andalucía y desterrar 10 legislaturas de dominio socialista. Pero para abrir aquella puerta, deberá entregar los valores democráticos del conservadurismo tradicional español al servicio de objetivos totalitarios. Una puerta que una vez abierta, amenazará con su brisa al resto de España. Las negociaciones siguen abiertas.

 

*Nabih Yussef es Licenciado en Relaciones Internacionales y Director del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org