Rusia y Turquía se pronunciaron hoy, a través de los presidentes Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, en favor de bajar las tensiones en dos conflictos internacionales de relevancia con un pedido de alto el fuego en el conflicto interno de Libia, donde apoyan a bandos enfrentados, y con un reclamo a Irán y Estados Unidos para que no «incendien» más Oriente Medio.

Aunque se trató de un encuentro con una excusa económica -la inauguración de un tramo de un gasoducto-, la charla pasó por varios de los conflictos más candentes de la actualidad, y los mandatarios emitieron un comunicado en el que manifestaron su «profunda preocupación» por la escalada de tensión entre Estados Unidos e Irán.

En la nota, Putin y Erdogan advirtieron que el asesinato por parte de Estados Unidos del general iraní Qasim Soleimani el viernes pasado, motivo del ataque iraní de ayer, «socava la seguridad y la estabilidad en la región».

«El intercambio de ataques y el uso de la fuerza por cualquier parte no contribuyen a encontrar soluciones», afirma el documento, que advierte que ese camino «conduciría a un nuevo ciclo de inestabilidad y eventualmente dañaría los intereses de todos».

La declaración conjunta también expresa el «compromiso» de Rusia y Turquía para reducir las tensiones en la región y pide retomar las negociaciones en Siria, donde los dos países tienen desplegadas tropas en bandos enfrentados.

Mientras Moscú es el principal respaldo del régimen del presidente Bachar Al Asad, Ankara apoya a la oposición, y llevó a cabo varias intervenciones militares contra milicias kurdas y contra el yihadista Estado Islámico.

Para Libia, en tanto, pidieron “a todos los bandos que pongan fin a los enfrentamientos a las 0 del 12 de enero, y declaren un alto el fuego sostenible, con las medidas necesarias para estabilizar la situación en el terreno y normalizar la vida diaria en Trípoli y otras ciudades».

Turquía apoya en Libia al Gobierno de Trípoli, reconocido por la ONU y dirigido por Fayez al Serraj, pero acosado por las milicias del general rebelde Jalifa Hafter, que controlan grandes partes del país, supuestamente con ayuda de mercenarios rusos.

De hecho, Ankara empezó esta semana el envío de un pequeño contingente militar a Trípoli para labores de entrenamiento del Ejército libio y frenar el avance de Hafter.

La iniciativa de Erdogan y Putin reclama a los dos bandos enfrentados que se sienten a negociar «de inmediato», para poner fin “al sufrimiento del pueblo libio y devolver la paz y la prosperidad al país».

En lo formal, Putin y Erdogan inauguraron el primer tramo de Turkstream, el gasoducto submarino que llevará gas ruso a Turquía, pero en el futuro también a Europa Central y los Balcanes.

Y Erdogan volvió a insistir en el derecho de su país a explorar hidrocarburos en el Mediterráneo Oriental, acorde al área delimitada en el acuerdo con Libia.

Respecto al Turkstream, que conectará Rusia con los mercados europeos por territorio turco, Erdogan afirmó que su país está dispuesto a ser también un centro de distribución para Europa.

«Vemos que hay países europeos que han mostrado un gran interés en el gas ruso. Tenemos la infraestructura para convertirnos en un importante centro de suministro de energía», dijo el mandatario local.

En la ceremonia estuvieron el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, y el primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, los próximos países que se beneficiarán de la ampliación, ya en construcción, de la tubería.