La Franja de Gaza vivió el pasado sábado, por tercer día consecutivo, la conocida como «Revolución de los hambrientos», protesta convocada por la plataforma «Queremos vivir» a la que cada vez se suma más gente en contra del creciente empobrecimiento del enclave bajo control del movimiento islamista Hamas y bloqueo israelí desde 2007.

Por primera vez desde el jueves, cuando comenzaron las movilizaciones populares, estas llegaron hasta la ciudad de Gaza, después de ser secundadas en el campo de refugiados de Yabalia, en el norte, y Deir al Balah, en la región central del enclave.

La policía dispersó a los asistentes en las inmediaciones del campo de refugiados de Shati, donde hay fuertes medidas de seguridad por ser hogar de parte del liderazgo de Hamas, incluido el jefe de su oficina política en el enclave, Ismail Haniye.

Sin embargo, algunos agentes se negaron a enfrentarse a los manifestantes, informó la agencia de noticias palestina MAAN.

El avance de las marchas es narrado en redes sociales como Twitter, que han sido la plataforma utilizada por un grupo de jóvenes y activistas digitales llamados «Queremos vivir», no vinculados a ninguna formación política, para hacer un llamamiento contra los altos impuestos y el encarecimiento de la vida en el enclave.

El grupo pide que no haya más gravámenes a alimentos, tabaco y ropa porque estas cargas «están agotando a los pobres ciudadanos que sufren pobreza y desempleo».

Al tiempo que convocó a una huelga general este sábado para condenar las detenciones y recientes ataques de las fuerzas de seguridad de Hamás contra los manifestantes, periodistas y activistas por los derechos humanos y señaló que las protestas son «totalmente pacíficas», reportó la agencia de noticias EFE.

El jueves, la policía reprimió violentamente, golpeando a los asistentes y dispersándolos por la fuerza, con el argumento de que no tenían el permiso de las autoridades, que la ley «prohíbe las reuniones en espacios abiertos y públicos sin un permiso oficial» y que algunos se habían comportado «de manera negativa».

Ello no impidió que el viernes más gente saliera a las calles en unas concentraciones en las que se quemaron ruedas y contenedores.

El sábado, varias facciones entre las que no están Hamas y la también islamista Yihad Islámica, celebraron una reunión de emergencia y emitieron un comunicado en el que instan a seguir con las protestas pacíficas, reclaman el respeto de los derechos individuales y colectivos de los manifestantes y piden a Egipto que impulse las negociaciones para acabar con la división política palestina.

En una franja cada vez más empobrecida, los manifestantes reclaman una vida más digna y con más oportunidades para una población de más de dos millones de personas que ha visto cómo el índice de desempleo ha subido hasta el 52%, según el último informe de la Oficina Central de Estadísticas Palestina, y tiene unos ingresos diarios per cápita que no superan los 2 dólares.