El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó la primera fase de un nuevo acuerdo comercial con China, después de dos años de tensión entre las dos superpotencias que han sacudido las economías de todo el mundo.

Mientras el jefe de la Casa Blanca se jacta de su pacto comercial, algunos dicen que “es demasiado poco y demasiado tarde”.

“Hoy, estamos dando un paso trascendental hacia un futuro de comercio justo y recíproco. Juntos estamos enderezando el error del pasado», señaló Trump, para agregar que “por fin los estadounidenses tienen un gobierno que los coloca primero en la mesa de negociaciones». «Este es el trato más grande que alguien haya visto», sentenció.

El presidente de EEUU y el principal negociador comercial de China, Liu He, firmaron el acuerdo en el curso de una conferencia de prensa, a la que también asistieron Ivanka Trump, gran parte del gabinete estadounidense, Henry Kissinger, y líderes de medios y negocios, incluidos Stephen Schwarzman, el presidente de Blackstone y Ajay Banga, presidente de Mastercard. La firma se produjo horas después de que los demócratas nombraron al equipo que procesará a Trump en un juicio político que comienza a principios de la próxima semana.

Una gran apertura

La primera fase del acuerdo abrirá aún más el mercado chino a las empresas estadounidenses e incluye aproximadamente u$s 200 mil millones en compras chinas de bienes y servicios estadounidenses. Pero también dejará en su lugar gran parte de los aranceles por un valor de 360 mil millones de dólares que los Estados Unidos ya han impuesto a los productos chinos, y la amenaza de un castigo adicional si Pekín no cumple con los términos del acuerdo.

Disputa comercial

Trump hizo campaña para abordar lo que vio como las prácticas comerciales injustas de China, acusando al país de «violar» a Estados Unidos y perpetuar «el mayor robo en la historia del mundo».

La disputa comercial, a menudo rencorosa, ha perjudicado a la agricultura, la manufactura y otros sectores de la economía estadounidense, y la incertidumbre que ha generado ha preocupado a los líderes empresariales. Pero su impacto en la economía en general no parece haber sido tan grave como algunos predijeron.

El acuerdo comercial, si se mantiene, podría ser un gran impulso político para Trump, en un año electoral cuando puede argumentar que su postura dura con China ha valido la pena. Los mercados bursátiles estadounidenses alcanzaron nuevos máximos históricos antes de la firma.

“Muy significativo”

El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, calificó el acuerdo como un «acuerdo muy significativo», pero dijo que la administración Trump impondría aranceles adicionales si China no cumple con el acuerdo y se mueve para abordar otros asuntos en la próxima fase de las discusiones.

«Esto le da a China un gran incentivo para volver a la mesa y aceptar los problemas adicionales que aún no se han resuelto», dijo Mnuchin a CNBC.

Aunque se espera que el acuerdo brinde a las compañías estadounidenses una mayor protección para sus secretos comerciales en China, aún quedan grandes problemas. Estados Unidos quiere que China aborde los enormes subsidios que otorga a industrias como el acero y los paneles solares, que han permitido a las empresas chinas dominar esos mercados con exportaciones baratas.

Beijing también rechazó un llamado para incluir una promesa de no piratear compañías estadounidenses, argumentando que tal promesa no era parte de un acuerdo comercial.

Trump dijo que los aranceles permanecerían vigentes hasta que se firme una segunda fase del acuerdo.

Otras opiniones

Esta primera fase «apenas aborda de manera sustancial las fuentes fundamentales de comercio y las tensiones económicas entre las dos partes, que continuarán enconándose», dijo Eswar Prasad, economista de Cornell y ex jefe de la división China del Fondo Monetario Internacional.

Mary Lovely, profesora de economía en la Universidad de Syracuse, describió el acuerdo como una «tregua comercial con grandes compras estatales». Aun así, escribió, «la tregua es una buena noticia para Estados Unidos y la economía mundial».

El acuerdo de la primera fase cancela los aranceles planeados de EEUU para teléfonos celulares, juguetes y computadoras portátiles fabricados en China y reduce a la mitad la tasa arancelaria al 7,5% en aproximadamente u$s 120 mil millones en otros productos chinos, incluidos televisores de pantalla plana, auriculares Bluetooth y calzado.

Pero dejará en su lugar aranceles del 25% sobre una amplia gama de bienes y componentes industriales chinos de 250 mil millones utilizados por los fabricantes estadounidenses.