El Partido Republicano de Estados Unidos llevó adelante su primer debate presidencia,l camino a las elecciones nacionales del año próximo, con varios enfrentamientos duros entre los diez precandidatos y con el multimillonario de la construcción, Donald Trump, logrando mantenerse como centro de atención con sus polémicas y ácidas respuestas.
Desde el comienzo del debate, que tuvo lugar en Cleveland, Ohio, Trump marcó el ritmo del encuentro al reconocer que si no es elegido por su partido podría presentarse como candidato independiente.
A esa primera definición polémica le siguieron tantas más que terminó siendo el candidato que más tiempo de aire tuvo durante las dos horas del encuentro.
Si bien los moderadores buscaron preguntar sobre temas varios, desde temas religiosos a otros más domésticos, como la seguridad social a la agenda internacional (el reciente acuerdo nuclear con Irán, la guerra de Irak y el terrorismo), la cuestión de la inmigración fue una de las que más tiempo ocupó.

 

Asegurar la frontera

En una aparición que no contó con todo su protagonismo, el ex gobernador de Florida, Jeb Bush, coincidió con los demás contrincantes en la necesidad de «asegurar» la frontera con México, pero se mostró más conciliador al reiterar que la inmigración – aún la ilegal – es «un acto de amor», siendo que la mayoría de los indocumentados migran para ayudar a sus familias.
Trump, en cambio, encontró en este punto otro momento para mantener su liderazgo en las encuestas -logrado a fuerza de declaraciones controversiales- y reiteró que es necesario «construir un muro, y rápido» en los límites con México.