Por Nabih Yussef*

En el metro de Buenos Aires, en un avión con escala en Roma o tomándose una foto en Nueva York, por todos lados del mundo los japoneses llevan barbijos. Pero, ¿de dónde sale esa extraña cultura de usar mascarillas quirúrgicas?

Los barbijos son una moda extendida entre los nipones. Su uso masivo comenzó con una pandemia a comienzos del siglo XX que se expandió por toda la isla y mató a unas 300 mil personas. Con la aparición del virus de influenza H1N1 en 2009, el barbijo tomó más fuerza que nunca y en la actualidad el uso de la mascarilla es tan extendido que se pueden ver “barbijos de autor”, con diseños exclusivos tanto para hombres, mujeres y niños. Incluso existen tiendas especializadas en el rubro, que mediante una pantalla de televisión interactiva y una cámara de video, producen un barbijo digital que puede ser probado por el cliente mediante realidad virtual.

Es que sin duda alguna, la mascarilla se ha convertido en un auténtico accesorio estético. Muchas japonesas lo usan cuando no tuvieron tiempo de maquillarse para ir al trabajo o simplemente para taparse del frio durante el crudo invierno en Tokio. Algunas afirman abiertamente que estos accesorios ayudan a conseguir una cara pequeña, que es un valor estético propio de los orientales. Una cara grande y de mejillas pronunciadas, es considerado de mal gusto para ciertos parámetros de belleza.

Sin embargo, este complemento es frecuentemente utilizado como blindaje social para evitar interactuar con extraños durante el transporte público de las grandes ciudades niponas. Los japoneses son muy celosos de su espacio propio, y estos complementos sirven como una suerte de escudo social para proteger su intimidad individual.

El cuidado de la salud es también uno de los motivos más frecuentes. El estereotipo del japonés previsor aquí se cumple a rajatabla, ya que usualmente utilizan los barbijos para protegerse frente a posibles brotes de alergia o para prevenir enfermedades virales que pueden confundirse en el ambiente. Atentos a estas contingencias, la comunidad nipona se anticipa a toda eventualidad y sale a la calle prevenidos con estas delicadas telas blancas entre sus orejas.

El respeto. De la misma manera en que el barbijo opera como previsor de enfermedades, también las personas con gripe o tos, suelen recurrir a estos tapabocas como muestra de respeto frente a los demás. En Japón, es de muy mal gusto toser o estornudar sin estar acompañado de una mascarilla quirúrgica.

Sus múltiples usos, hacen que el barbijo sea un ícono más de la dinámica cultura japonesa y un pequeño recoveco donde poder espiar para comprender su sugestiva manera de entender las cosas.

*Nabih Yussef es licenciado en Relaciones Internacionales y Director del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org