Choques entre manifestantes y policías se produjeron este sábado en París y Nantes durante las marchas contra la violencia policial y un polémico proyecto de ley de seguridad, que reunieron a miles de personas en las calles de 90 ciudades francesas.

Bajo el lema «Por los derechos sociales y la libertad», la protesta en la capital francesa comenzó esta tarde en el noreste de la urbe en medio de un gran dispositivo de seguridad, en respuesta a los violentos enfrentamientos registrados en la manifestación de la semana pasada.

«Todo el mundo odia a la policía» y «anti, anti, anticapitalistas» eran algunas de las consignas coreadas por los manifestantes, entre los que había «chalecos amarillos» y militantes antifascistas, reportó el vespertino Le Monde.

Poco después del inicio de la marcha, un grupo de personas vestidas de negro bloqueó el avance de la marcha e incendió al menos seis autos y mobiliario urbano, además de dañar las vitrinas de comercios y bancos.

Asimismo, se incendiaron barricadas y se lanzaron proyectiles contra las fuerzas de seguridad, que respondieron disparando gases lacrimógenos, consignó la agencia de noticias AFP.

Según el Ministerio del Interior, 30 personas fueron detenidas y 19 quedaron bajo custodia.

También en la ciudad occidental de Nantes se registraron incidentes entre policías y manifestantes durante la marcha contra el polémico proyecto de ley de seguridad, que dejaron 13 detenidos y dos uniformados heridos, uno de ellos por un cóctel Molotov, informó la cadena Bfmtv.

En el resto del país, las protestas, que convergieron con una manifestación sindical contra la precariedad, se desarrollaron de forma pacífica.

En el acto en Marsella, en el sur de Francia, participó el líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, quien emplazó a los manifestantes a «tirar a la basura» la ley de seguridad.

«No hay vergüenza en dar marcha atrás», argumentó desde un antiguo local de hamburguesas convertido en comedor social.

El cuestionado proyecto de ley propone multa o prisión de un año a quienes difundan imágenes u otros elementos que permitan identificar a policías en el cumplimiento de sus funciones con el fin de “atentar contra su integridad física o mental”.

El proyecto generó una fuerte crítica por parte de periodistas que temen que se les prohíba filmar o fotografiar las acciones de la policía durante las protestas, restringiendo la libertad de los medios de comunicación, pese a que Macron suele declararse enfáticamente a su favor y repudiar todo acto que la erosione.

Las manifestaciones denuncian también la violencia policial, en especial tras dos polémicos casos a fines de noviembre: la brutal paliza propinada a un productor musical negro, por la que tres policías fueron inculpados, y la evacuación de un campo de migrantes en el centro de París.

Pese a las críticas, Macron rechazó este viernes que se estuviesen reduciendo las libertades en Francia.

«Es una gran mentira. No somos Hungría ni Turquía», dijo el mandatario en una entrevista con el portal Brut, en la que denunció además tanto la violencia de algunos policías como las cometidas contra los uniformados.

El partido del Gobierno, La República En Marcha, finalmente cedió a las presiones y se comprometió a reformular los puntos más polémicos del texto que fue aprobado hace dos semanas por la Asamblea Nacional y tiene pendiente la votación en el Senado.