Nueva Caledonia votó este domingo no a la independencia y optó por permanecer en Francia, al término de un histórico referéndum en este estratégico territorio del Pacífico de 270.000 habitantes.

Según resultados parciales, al cabo de 128.618 votos escrutados, el no a la independencia ganaba con 59,68% de los sufragios contra 40,32% en favor del sí, según la autoridad electoral.

La participación fue masiva, en torno a un 80% de los votantes.

Los 175.000 electores habitantes de este archipiélago francés, situado a unos 1.500 kilómetros al este de Australia, debían decidir si quieren que «Nueva Caledonia acceda a la plena soberanía y sea independiente».

Los sondeos ya auguraban una clara victoria del no en una horquilla entre 63% y 75%. Los resultados aún pendientes de la capital Numea deberían ampliar el voto por el no a la independencia.

Varios coches fueron quemados y se produjeron apedreamientos el domingo por la noche, según fuentes locales. Los principales responsables políticos ya habían advertido que una victoria del no podría incitar a la juventud canaca (local), marginalizada, a generar disturbios.

El referéndum en este archipiélago del Pacifico, donde Francia se estableció en 1853 y que dispone de una de las mayores reservas de níquel en el mundo, fue seguido de cerca por París, a 18.000 km.

El presidente francés, Emmanuel Macron, dará un discurso en televisión a las 23H00 locales (12H00 GMT) tras el anuncio de los resultados.

Para asegurar el buen desarrollo del plebiscito, el Estado envió 250 delegados, además de contar con la presencia de observadores de la ONU en los colegios electorales.

Macron mantiene oficialmente una posición neutral y no quiso «tomar partido» durante la campaña del referéndum.
No obstante, el presidente francés aseguró que «Francia sería menos bella sin Nueva Caledonia», durante una visita en mayo a Numea, unas declaraciones que reflejaban el carácter estratégico de este archipiélago.

Para el primer ministro francés, Edouard Philippe, que llegará al día siguiente de la consulta, este referéndum marca «el inicio de la Nueva Caledonia que quiere construir un futuro».

«Una campaña muy tranquila»

El referéndum previsto tras el acuerdo de Numea de 1998 también debe servir para reconciliar al pueblo autóctono de los canacos, que representan menos del 40% de la población, con los caldoches de origen europeo.

Durante la década de 1980, se produjo una sucesión de confrontaciones violentas en Nueva Caledonia, cuyo episodio más trágico fue la toma de gendarmes como rehenes en la isla de Uvea en mayo de 1988, en la que murieron 25 personas, entre ellas 19 independentistas canacos.

En cambio, la calma ha imperado durante la campaña del referéndum.

Mientras que las provincias del Norte y en las Islas de la Lealtad, de mayoría independentista, están llenas de banderas separatistas, los partidarios de la unidad con Francia prácticamente no han colgado banderas tricolores.

«Se trata de un momento histórico que todo el mundo esperaba, pero de forma paradójica ha perdido intensidad», explicó Pierre- Christophe Pantz, doctor en geopolítica.

Una gran desigualdad social

Soumynie Mene, militante independentista, de 38 años, considera «una lástima que la población no sienta un gran interés por un referéndum que preparamos desde hace 30 años, y que les permitiría «pasar página a la colonización».

El FLNKS, el principal partido independentista, defiende que una victoria del sí no representaría una ruptura total con Francia, sino que se mantendría una relación privilegiada con este país.

Las formaciones unionistas, con fuertes divisiones internas, recuerdan que París aporta unas ayudas anuales de 1.300 millones de euros (unos 1.480 millones de dólares) al archipiélago.

A pesar de 30 años en los que progresó la autonomía de Nueva Caledonia y el reconocimiento de la identidad canaca, siguen existiendo grandes desigualdades económicas, educativas y laborales entre la población de origen europeo y los canacos.

«Aún hay problemas de integración y un sentimiento de injusticia presente en la sociedad canaca», asegura Paul Fizin, doctor en Historia.