Miles de personas se manifestaron hoy por las calles de varias ciudades iraníes en protesta por las «atrocidades» y las medidas «irracionales» tomadas por Arabia Saudita, país que también fue criticado por los clérigos de toda la República Islámica durante las tradicionales oraciones del viernes.

Las manifestaciones, de carácter pacífico y que se desarrollaron sin incidentes, expresaron el rechazo de Irán a la ejecución -el pasado sábado- en Arabia Saudita del clérigo chiita Nimr Baqir al Nimr, un hecho que dio inicio a una escalada de tensiones entre Teherán y Riad y a la ruptura total de sus relaciones diplomáticas.

Poco antes, las autoridades iraníes habían informado que varias de las manifestaciones habían sido suspendidas, lo que fue interpretado en medios diplomáticos como un gesto de que Teherán quiere evitar una escalada de las tensiones con Riad.

Sin embargo, poco después de la oración del viernes, y luego que en Teherán el ayatollah Emami Kashani calificó a los sauditas al mismo nivel que a Estados Unidos e Israel como «los principales enemigos de Irán», varios miles tomaron las calles para expresar su repulsa a la monarquía ultraconservadora saudita.

Además de las condenas a la ejecución de Al Nimr realizadas esta semana por las principales autoridades iraníes, encabezadas por el líder supremo Alí Jameneí, hoy los líderes religiosos sostuvieron ante los fieles la misma línea dura contra lo que calificaron como «la irracional campaña antiiraní del reaccionario Gobierno saudita», según informó la agencia de noticias EFE.

De su lado, la agencia oficial iraní IRNA, destacó hoy en su sitio web que los religiosos apuntaron que la ejecución de Al Nimr «es consecuencia de las fracasadas maniobras de Riad para recuperar su estatus perdido como potencia regional».

Otros señalaron además que la ruptura de relaciones con Irán impulsada por Riad y secundada por algunos países musulmanes de mayoría sunnita y dependientes económicamente de los suaditas (entre ellos Barhéin, Sudán y Somalia) constituyen «una maniobra con la que los árabes quieren tapar sus errores».

«El destino de los criminales dirigentes sauditas será más miserable que el de dictadores como Sadam Huseín o el derrocado Sha de Irán, ya que la ira de las naciones pronto les guiará hacia el cementerio de la historia», afirmó uno de los líderes de los rezos en la ciudad de Gonabad.

Otros clérigos apuntaron en sus críticas a que la ejecución solo busca «sembrar la discordia» entre los musulmanes y pone en evidencia la proximidad entre los sauditas y «las políticas sionistas», además de asegurar «el colapso inmediato» de la monarquía saudita.

Varios de los religiosos aplaudieron a la población por protestar por los actos sauditas mientras condenaron como «irracionales» los incendios y asaltos a las oficinas diplomáticas sauditas en Irán.

Estas críticas se enmarcaron en el estilo y las formas expresadas durante la semana por el presidente iraní, Hasan Rohani, quien condenó los ataques a las sedes diplomáticas y pidió detener a sus autores pese a entender los motivos de su «rabia».

El Gobierno saudita rompió el domingo relaciones diplomáticas con Irán tras el asalto la noche anterior de su Embajada en Teherán y su consulado de la ciudad de Mashhad, que se produjo como respuesta a la ejecución del clérigo chiita.

Irán arrestó a 40 personas por estos incidentes y buscó restarle importancia mientras Bahrein y Sudán secundaron a Riad y retiraron sus diplomáticos de Irán.

En tanto, Irán prohibió la importación de bienes sauditas y acusó a Riad de bombardear su embajada en Yemen, lo que fue negado por los árabes.

Más allá de las tensiones diplomáticas y religiosas, Irán y Arabia Saudita son los dos ejes de poder de esta región, se encuentran enfrentados en todos los escenarios regionales y defienden a bandos opuestos en los conflictos civiles de Siria, Irak y Yemen.