Por Ezequiel Barolín*

(Querétaro, México) Los mexicanos elegirán quien los gobernará durante los próximos seis años, y hoy ya podemos estar seguros de quienes serán los principales aspirantes. El calor de los debates ciudadanos se asemeja a un show mediático. De uno y otro lado, la degradación de los participantes, las acusaciones e insultos, son una constante.

La mayoría de las encuestas dan como ganador a Andrés Manuel López Obrador (MORENA), compitiendo por el segundo lugar se encontrarían Ricardo Anaya Cortés (PAN) y José Antonio Meade Kuribreña (PRI). Mucho más alejados hallamos la novedad de estas elecciones: los candidatos independientes.

Sin embargo, los comicios se realizarán en julio y hasta entonces el escenario se encuentra abierto. Debido a los elevados niveles de violencia política en México, hay quienes incluso temen por la vida de “AMLO”, en referencia al candidato de MORENA. Es que, aunque parezca descabellado y hasta ridículo un episodio de esta naturaleza, existen antecedentes de asesinatos en campañas presidenciales. La muerte del político Luis Donaldo Colosio en 1994, es quizá el precedente más escalofriante en esta materia.

Algunos analistas políticos mexicanos hablan de los peligros del fraude electoral. Afirman que los partidos tradicionales no dejarían gobernar a un tercer partido. De hecho, en las elecciones del año 2006, en las que también participó Obrador, existieron fuertes acusaciones en contra de la legalidad de los comicios.

Si bien todo indicaría que este es “el año de AMLO”, no se pueden descartar sorpresas. El actual presidente Enrique Peña Nieto, accedió al Ejecutivo azteca prácticamente sin ningún tipo de reconocimiento político. Su ascenso estuvo en gran parte estimulado por los medios de comunicación, que le garantizaron una elevada exposición en el escenario político de aquél entonces.

Andrés Manuel López Obrador (64), también conocido como “AMLO,” es el candidato con más posibilidades de llegar al Palacio Presidencial. Aunque la mayoría de las encuestas lo encumbran, la oposición encabezada principalmente por el histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de Acción Nacional (PAN), utilizan un discurso enérgico para afectar la imagen del candidato. En reiteradas ocasiones, comparan a AMLO con el líder cubano Fidel Castro, advierten de los peligros imaginarios de que México se convierta en Venezuela, al tiempo que critican una supuesta injerencia rusa en los comicios. Sin prestar mucha atención a las imputaciones de “comunista” y “populista”, el candidato de MORENA se presenta por tercera vez en las elecciones presidenciales mexicanas. Con resultados adversos en 2006 y 2012, en esta última denunció fraude en las elecciones presidenciales y exigió un recuento de votos que nunca le fue otorgado por la Justicia azteca. Esto llevó a Obrador a autoproclamarse “presidente legítimo de México”.

Obrador nació en el sur del país, es politólogo de profesión y un hábil orador. Fue miembro del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y de la mano de éste llegó a ser Jefe de Gobierno del Distrito Federal durante cinco años entre 2000 y 2005. En el 2011, funda el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), un partido de corte izquierdista.

Su oferta electoral es parte de una alianza más amplia con diversos partidos, denominados “Juntos Haremos Historia”. Actualmente se observa un constante crecimiento del partido en detrimento de sus competidores, y llama la atención cómo ex miembros -principalmente del PAN y del PRI- se suman a sus filas con esperanzas de conseguir puestos políticos que difícilmente obtendrían en los partidos tradicionales de los cuales formaban parte.

Ricardo Anaya Cortés (39), nació en Querétaro, en la zona central de la República. Licenciado en derecho egresado de la Universidad Autónoma de Querétaro, tiene una Maestría en derecho fiscal y es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Autónoma de México. Ha ejercido la docencia universitaria y la labor política siendo electo diputado federal, presidente de la Cámara y líder del grupo parlamentario del PAN.

Joven académico y orador, de ganar en las presidenciales podría convertirse en el presidente más joven de la historia de México.

Anaya Cortés encabeza la coalición entre el PAN, el PRD y el Movimiento Ciudadano. La coalición lleva de nombre “Por México al frente”. En los spots publicitarios se ve al candidato hablando un perfecto inglés y francés, tocando instrumentos musicales y hasta andando en motocicleta. Los aparentes aires de renovación del PAN y sus intentos por alejarse del PRI, difícilmente oculten el apoyo sistemático que ofreció este sector a las reformas propuestas por el presidente Peña Nieto, que ahora son criticadas por Anaya Cortés.

José Antonio Meade Kuribreña (49), es el menos carismático de los tres. La falta de naturalidad que demuestra en la campaña hace dudar de su capacidad de mando y aunque aparente más edad, aún no cumple los cincuenta años de edad.

Ha sido, secretario de Energía y secretario de Hacienda y Crédito Público durante la Presidencia de Felipe Calderón (2006-2012). Al tiempo que se desempernó en las carteras de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y Hacienda durante la actual presidente del Peña Nieto, que no cuenta con derecho a la reelección según la legislación del país.

Meade estudió economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México y derecho en la reconocida Universidad Autónoma de México, para posteriormente doctorarse en economía por la mítica Universidad de Yale en Estados Unidos.

No obstante, las cámaras parecen más preocupadas en retratar a su esposa Juana Cuevas, que al candidato priísta. Su mujer se maneja “como pez en el agua” frente a las cámaras de televisión y en ambientes repletos de gente, donde se la observa saludando y actuando como si ya fuera primera dama.

El peso que carga Meade es doble. Por un lado, el pasado al cual se encuentra atado, pues, no puede negar su participación en el gobierno priista que se encuentra sumamente desacreditado por los numerosos casos de corrupción. Por otro, porta una “condición insípida” dentro del mismo PRI. Su ascenso como candidato fue sólo gracias a la modificación de los estatutos en la XXII Asamblea del partido, que permitió la postulación de un ciudadano sin militancia “siempre y cuando el prestigio y la fama del ciudadano elegido pongan al partido en condición competitiva para ganar”, subrayan. En este marco, es visto como un extraño por muchos miembros del PRI al no contar con una militancia histórica dentro del partido. Más si se tiene en cuenta que sus administraciones en el Estado fueron desarrolladas durante el gobierno del PAN.

La principal ventaja del candidato, es que cuenta con los recursos del oficialismo y la presencia del partido a nivel nacional para poder llevar a cabo su campaña.

Cada uno con sus ventajas y desventajas competirán por el beneplácito de sus conciudadanos en las urnas, pero sólo uno de estos tres personajes será el futuro presidente de México. Las cartas ya están echadas, sólo habrá que esperar para ver las jugadas de cada participante y consagrar, entonces, un ganador.

*Licenciado en Relaciones Internacionales, docente e investigador del CEIEP. Actualmente reside en México donde desarrolla estudios de posgrado.