Más de 25 civiles murieron este jueves en bombardeos en la provincia meridional de Deraa, en Siria, en la jornada más sangrienta desde el inicio de la ofensiva del régimen y sus aliados para expulsar a los rebeldes de esta estratégica región.

Los ataques fueron atribuidos a la aviación rusa, aunque desde Moscu desmienten que hayan sido responsables.

Las potencias occidentales han criticado las operaciones militares lanzadas el 19 de junio por el régimen de Bashar Al Asad y su aliado ruso contra esta provincia, controlada en un 70% por los insurgentes.

Tras haber consolidado su poder en la capital Damasco y sus alrededores, el régimen de Bashar al Asad se concentra ahora en el sur, una región clave que bordea la frontera con Jordania y los Altos del Golán, en parte ocupados por Israel.

Diecisiete de las 25 víctimas en Deraa perecieron al refugiarse en el sótano de una casa de la localidad de Al Mseifra, para huir de los bombardeos. Entre ellos había cinco niños, según precisó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

«El balance del jueves es el más elevado desde el 19 de junio» indicó el director del OSDH, Rami Abdel Rahman. En total, en una semana unos 96 civiles han muerto en los bombardeos aéreos y por disparos de artillería contra sectores rebeldes, según esta ONG.

Desde el 19 de junio, las fuerzas del régimen han intensificado sus bombardeos en la provincia de Deraa y luego han lanzado una ofensiva contra los barrios rebeldes de la ciudad del mismo nombre.

Unos 750.000 civiles que viven en las zonas rebeldes del sur de Siria están amenazados por las operaciones del régimen, advirtió recientemente la ONU.

Además, desde hace una semana los combates y bombardeos aéreos concentrados en el este de la provincia de Deraa obligaron a huir a 45.000 habitantes, un éxodo sin precedentes en esta región, según la ONU, desde el inicio de la guerra.