Manifestantes prodemocracia cortaron calles en la capital de Sudán este martes, levantaron barricadas y quemaron neumáticos, un día después de que el Ejército tomara el poder en un golpe de Estado extensamente condenado por la comunidad internacional.

El golpe llegó luego de varias semanas de crecientes tensiones entre los militares y el liderazgo civil por la marcha de la transición de Sudán hacia la democracia desde el derrocamiento del ex líder Omar al-Bashir en 2019, tras un Gobierno autocrático de 30 años.

El Consejo de Seguridad de la ONU tenía previsto discutir la crisis durante una reunión a puertas cerradas en horas de la tarde.

Gobiernos occidentales condenaron el golpe y pidieron la liberación inmediata del primer ministro Abdalla Hamdok y de otros funcionarios, que fueron detenidos este lunes.

Estados Unidos anunció la suspensión de una ayuda de 700 millones de dólares a Sudán, un país africano de cultura y lengua árabe.

Las protestas comenzaron horas después de la toma del poder por los militares.

Miles de sudaneses inundaron las calles de la capital, Jartum, y otras ciudades para manifestarse.

Al menos cuatro manifestantes murieron y otros 80 resultaron heridos cuando fuerzas de seguridad abrieron fuego contra algunas de las protestas, informó el sindicato Comité Médico de Sudán.

Decenas de manifestantes continuaban este martes en las calles de Jartum y de la vecina ciudad de Omdurman, pero no se veían escenas de represión como las de la víspera, informó la cadena BBC.

En la noche de este lunes, sin embargo, soldados y militares de las temidas Fuerzas Rápidas de Apoyo persiguieron a manifestantes por barrios de Jartum, y la organización Human Rights Watch dijo que usaron balas de plomo en la represión de las protestas.

Para el sábado fue convocada una masiva marcha para exigir una vuelta a un Gobierno civil.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, exigió el fin de la violencia contra los manifestantes y el restablecimiento de los servicios de Internet.

Agregó que Estados Unidos estaba coordinando con aliados «para trazar un enfoque diplomático común para lidiar con estas acciones y evitar que deriven en una mayor inestabilidad en Sudán y la región» del este de África.

La ONU y la Unión Europea (UE) también condenaron el golpe y exigieron la liberación de Hamdok.

Rusia, en cambio, atribuyó el golpe a «una política equivocada» y a «la injerencia extranjera» en este país, donde rusos, turcos, estadounidenses y sauditas se disputan la influencia atraídos por sus estratégicos puertos en el mar Rojo.

El jefe de las FFAA, general Abdel Fattah al Burhan, anunció este lunes por la TV estatal, tomada por los golpistas, la disolución del Gobierno y del Consejo Soberano, el cuerpo integrado por militares y civiles que se creó tras la caída de Al-Bashir para gobernar el país en su transición a la democracia.

Burhan dijo que la intervención se hizo necesaria por las continuas peleas entre los distintos sectores políticos, luego de varias semanas de tensiones por el curso y el ritmo de la transición de Sudán.

El general declaró el estado de sitio y dijo que las FFAA nombrarán un gobierno de tecnócratas hasta las elecciones, previstas para julio de 2023.

La Asociación de Profesionales Sudaneses, un grupo de sindicatos que lideró las protestas contra Al-Bashir, urgieron a la ciudadanía a ir a una «huelga general» e iniciar una campaña de «desobediencia civil»

Por su parte, el Movimiento de Liberación Popular Sudán-Norte, el principal grupo rebelde del país, denunció el golpe y llamó a la gente a tomar las calles.