La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, expuso en los últimos días los objetivos estratégicos del país norteamericano y puso especial énfasis en los recursos naturales de América Latina, con principal foco en el triángulo del litio, una zona compuesta por Argentina, Bolivia y Chile.

«Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, (ese lugar) conforma el triángulo del litio, que es necesario para la tecnología actual. El 60% del litio del mundo está en Argentina, Bolivia y Chile. También está Venezuela, con petróleo, cobre y oro, además de Guyana, que tiene las reservas de petróleo más grandes», enumeró la generala durante una entrevista que brindó al think tank Atlantic Council.

Richardson en todo momento se refirió a los recursos de América Latina como si fuesen materia de injerencia del gobierno norteamericano: «Tenemos los pulmones del mundo, el Amazonas; y el 31% del agua dulce del mundo. Tenemos mucho para hacer, esta región tiene mucho que ver con la seguridad nacional y debemos intensificar nuestro juego».

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El video se viralizó rápidamente en redes sociales y la reacción de algunos dirigentes regionales no tardó en llegar. El expresidente de Bolivia, Evo Morales, le recordó públicamente a la jefa del Comando Sur que «América Latina no es patio trasero ni su hacienda para explotar recursos naturales».

«Ante la nueva amenaza intervencionista yanqui, reiteramos que los pueblos libres de la Patria Grande defenderán su soberanía», advirtió el exmandatario boliviano a través de su perfil en la red social Twitter.

Estaba entre amigos

Las declaraciones de Laura Richardson no surgieron en cualquier contexto, sino que aparecieron en una entrevista que brindó al think tank Atlantic Council, una organización que -tal reconstruyó Página/12- mantiene estrechas vinculaciones con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y llamativas fuentes de financiamiento.

Dicha organización incluso llegó a distinguir en 2018 al entonces presidente Mauricio Macri por «su dedicación incansable y desinteresada con su país y su gente». En esa misma jornada recibió la distinción la primera ministra noruega, Erna Solberg, una política conservadora que cogobierna con el Partido del Progreso, una fuerza de ultraderecha.

El think tank Atlantic Council fue fundado en 1961 y lo integran desde Henry Kissinger a Condoleezza Rice, políticos republicanos y demócratas, ex funcionarios de la CIA y militares retirados de Estados Unidos. La presidencia de la entidad está a cargo del periodista Fred Kempe, exreportero del diario económico Wall Street Journal.

«Impulsado por nuestra misión de ‘dar forma al futuro global juntos’, el Atlantic Council es una organización no partidista que impulsa el liderazgo y el compromiso de EE. UU. en el mundo, en asociación con aliados y socios, para dar forma a soluciones a los desafíos globales», indica el portal web oficial de la organización.

Si bien el think tank dice ser una institución no partidista e independiente del gobierno estadounidense, basta repasar sus integrantes para encontrar un plantel entero de exfuncionarios de alto rango que ocupan en su staff diferentes jerarquías. El periodista y escritor Kempe figura como presidente, pero dos exsecretarios de Estado figuran como directores: el nonagenario Kissinger -que acompañó a Richard Nixon- y el octagenario Thomas Pickering -que trabajó con Clinton-.

Además la organización cuenta con un cargo de «director de por vida», que tienen unos pocos como el general retirado de la Fuerza Aérea de EEUU James P. McCarthy o el bisnieto del expresidente Howard Taft, William Howard Taft IV, un abogado que prestó servicios en distintos gobiernos republicanos.

También tienen presencia los expertos del Centro Scowcroft para Estrategia y Seguridad. Su titular, el general James L. Jones Jr ejerce la presidencia interina del Atlantic Council.

En septiembre de 2014, el New York Times difundió que la organización recibía donaciones de naciones extranjeras, como Noruega, que contribuyó con 5 millones de dólares. Ese mismo medio denunció a la institución por acuerdos de colaboración poco transparentes, como uno con FedEx, la compañía estadounidense de mensajería y paquetería.