Tras una campaña marcada por el coronavirus y la polémica figura del primer ministro Benjamin Netanyahu, los israelíes votarán este martes para elegir Gobierno por cuarta vez en dos años, en medio de señales de que los comicios podrían no poner fin a la prolongada inestabilidad que mantiene bloqueada la política de Israel.

Más de 6,4 millones de votantes están habilitados para participar en las elecciones, que serán las más caras de la historia del país para poder garantizar el sufragio a las personas que tienen Covid-19 o que están haciendo cuarentena, que podrán participar incluso desde la cama del hospital o en cientos de sitios especialmente preparados.

Un total de 39 partidos compiten por los 120 escaños del que será el 24° Parlamento de Israel, y los sondeos anticipan que ninguno de ellos, ni siquiera junto a sus socios naturales, logrará las 61 bancas necesarias para controlar el Legislativo y formar Gobierno sin tener que trabar alianzas con otras formaciones.

Que no haya más remedio que ir a otra elección es también una posibilidad.

Al igual que las tres elecciones anteriores, las de este martes son vistas como un virtual referéndum sobre Netanyahu, un polémico político que está en el poder desde 2009, al que sus críticos acusan de corrupto y de una pésima gestión del coronavirus previa al inicio de la rápida vacunación, que le permitió recuperar terreno.

En vísperas de los comicios, el Ejército de Israel anunció este lunes que cerrará esta noche, por seguridad, todos los pasos fronterizos hacia los territorios palestinos de de Cisjordania y la Franja de Gaza, informó el diario israelí Haaretz.

Las encuestas anticipan tres escenarios.

Los dos primeros son la formación de coaliciones de Gobierno en torno o en contra de Netanyahu, y el tercero es que ninguna de esas posibilidades se concrete y se convoquen nuevos comicios, los quintos desde abril de 2019.

Los sondeos anticipan que el partido nacionalista de derecha Likud, de Netanyahu, será otra vez el más votado, con unas 30 bancas, seis menos que las que poseía hasta ahora.

Segundo se ubica el partido de centro Yesh Atid, del líder Yair Lapid, con unos 20 escaños.

A este le siguen, con unos diez escaños cada uno, dos partidos de derecha nacionalista cuyos líderes aspiran a la jefatura de Gobierno: Yamina, del exministro Naftali Bennett, y Nueva Esperanza, fundado por el exmiembro del Likud Gideon Saar.

Tanto Saar como Lapid han declarado que quieren desbancar a Netanyahu, y ambos tienen chances teóricas de formar su propio Ejecutivo aliados entre sí y con otros partidos.

Bennett, echado del Gobierno por Netanyahu en 2019, no ha dicho si se sumaría a una coalición con el premier o si se aliaría con Saar y Lapid, lo que lo hace el hombre clave, capaz de inclinar la balanza a un lado u otro.