Miles de iraquíes se manifestaron el viernes en el centro de Bagdad, pese a las advertencias del poder, acentuando así la presión sobre el gobierno para que implemente reformas contra la corrupción, el nepotismo y el clientelismo.

La manifestación fue convocada por el influyente jefe chiita Moqtada Sadr para exigir un nuevo gobierno compuesto por tecnócratas y capaz de implementar reformas prometidas desde hace un año por el primer ministro Haider al Abadi, pero jamás aplicadas.

Moqtada Sadr hizo una breve aparición en la manifestación en la plaza Tahrir donde los manifestantes, portando banderas, gritaban: «¡Si, sí a las reformas!», «¡No, no a la confesionalidad!», «¡No, no a la corrupción!».

La víspera, el mando militar había advertido a los iraquíes contra su participación en esta manifestación «no autorizada».

Previamente, la oficina de Abadi llamó a suspender las manifestaciones, alegando que podrían distraer a las fuerzas de seguridad y perturbar la lucha contra el grupo yihadista «Estado Islámico» (EI), que ha reivindicado varios atentados sangrientos en Bagdad.

En un comunicado leído en nombre de Sadr, después de que éste dejara la plaza, uno de sus representantes pidió medidas que incluyen la destitución y el encausamiento de responsables corruptos, el fin de la confesionalidad y del sistema de cuotas utilizado por los partidos políticos para repartirse cargos, así como la formación de un gobierno de tecnócratas.

Tras la lectura del comunicado, los manifestantes empezaron a dispersarse sin incidentes.

«Esta gente que llegó después de 2003 ha fracasado, no han hecho nada» aseguró Mohamed al Daradji, cineasta y militante, durante un discurso.