En los últimos días se supo, por publicación de la agencia Reuters, la cancelación por parte de Alphabet de Google de diversos negocios con Huawei Technologies, el gigante de las telecomunicaciones chino.

De forma automática, Huawei perderá la concreción de las constantes actualizaciones que efectúa el sistema operativo Android en teléfonos móviles.

Así, las próximas versiones de los celulares “inteligentes”, vendidos fuera de China, no contarán tampoco con la posibilidad de acceder a las aplicaciones y servicios de uso masivo, como el Google Play Store y la aplicación Gmail.

Aún peor, el último lunes 20 de mayo, las firmas tecnológicas Qualcomm, Intel, Xilins y Broadcom aseguraron que dejarán de venderle chips a Huawei, a efectos de la orden ejecutiva de Trump, según consignó la agencia Bloomberg.

El fabricante alemán de esas microtarjetas, Infineon Technologies, lo definió (aunque se espera que sea de forma “temporal”), mientras evalúan el devenir de los hechos.

El impacto de esta medida, enmarcada en las tensiones comerciales que atraviesan ambos países, sin duda puede ser considerable y aún no estimable del todo para Huawei y sus negocios tras frontera china.

La faceta más grave será la limitación a su capacidad de brindar servicios de Internet, algo clave en países de africanos.

Donald TrumpPotencialmente los negocios de celulares de Huawei fuera de China pudieran verse afectados seriamente.

“El escenario extremo de la falla de la unidad de la red de telecomunicaciones de Huawei sería que retrasaría a China varios años y China pudiera considerar esto incluso como un acto de guerra”, opinó el analista Ryan Koontz de Rosenblatt Securities, acorde a la publicación de Bloomberg. “Tal falla tendría implicaciones enormes en el marcado global de telecomunicaciones”, agregó.

Ante esto, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Lu Kang, retrucó los dichos del Trump en el Fox News, al decir que China “abandonó un buen acuerdo comercial”.

“Quizás Estados Unidos tenga un acuerdo por el que tenían expectativas extravagantes, pero ciertamente no es un dizque acuerdo que China haya aceptado», declaró Lu, y añadió que ese entendimiento había sido para tratar de “lograr intereses irracionales a través de una presión extrema … Me gustaría reiterar que una vez más, las consultas económicas y comerciales entre Estados Unidos y China solo pueden seguir el camino correcto, de respeto mutuo, igualdad y beneficio mutuo, para que haya alguna esperanza de éxito.”