El profesor adjunto de la Universidad de Beihang (conocida también como Universidad de Aeronáutica de Pekín) y miembro de la Asociación China de Estudios de Hong Kong y Macao, Tiang Feilong, analizó en un comentario publicado en el periódico chino Global Times a las «corruptas élites políticas y culturales de Hong Kong, que respaldan a los manifestantes violentos por la democracia» y a su consigna de «a revivir a Hong Kong, la revolución de nuestro tiempo».

Y ¿cuáles son esos «tiempos» tan venerados por las élites y los manifestantes? Nada menos que -dice Tiang- «tiempos occidentalizados íntimamente relacionados a la modernidad colonial y a los valores occidentales». Detrás de los gritos por «democracia y libertad», según opinó, «la ‘revolución de nuestros tiempos’ tiene como propósito acabar con (la norma de) ’un país’ y ‘sus tiempos'»

Para el analista, también se refieren «a la autonomía absoluta e incluso a la secesión de Hong Kong”. Estos acontecimientos, señala, muestran «qué tan a fondo están enraizadas esas ideas coloniales entre las élites de Hong Kong. En opinión de las mismas, la modernidad, como la norma esencial de la civilización, no es más que todo un conjunto de conceptos y sistemas del colonialismo. Ellos utilizan las memorias nativas de Hong Kong para coordinarlas con esa modernidad colonial, y no sienten identificación alguna con el sistema de ’un país’ «.

De hecho, apuntó Tiang, las élites de Hong Kong ven como una amenaza “la educación patria y la educación sobre la política y la historia del país». Del mismo modo, “ellos se identifican con el Reino Unido, y hasta creen que el alto grado de autonomía de Hong Kong es fruto del empeño del gobierno británico de la Declaración Conjunta sino-británica. Ellos aplauden la continua interferencia del Reino Unido en Hong Kong, sin prestar atención alguna al hecho histórico básico de que Hong Kong es otra vez parte de China”.

El profesor subrayó que las élites hongkonesas no entienden el «diseño constitucional» del gobierno central chino, «ni los fundamentos reales del alto grado de autonomía de Hong Kong, de su prosperidad y su estabilidad. Esta élite y los jóvenes educados por ellas quieren probar que están alineados con Occidenteoponiéndose radicalmente a su propio país».

Están corriendo hacia «el fin de la historia» (el concepto nihilista de Francis Fukuyama), “independientemente del futuro propuesto por el gran proyecto de rejuvenecimiento de la nación china». La «lucha por el poder político extremo se ha convertido en realidad en una revolución de color en Hong Kong” por medio de la cual «ellos pretenden llamar a lo blanco, negro», y poner la realidad de cabeza, concluyó el analista en su comentario publicado en el Global Times.