La primera semana de la COP26 se cierra este sábado con modestas expectativas, tras la firma de una serie de compromisos que, aunque ambiciosos, no llegan a convencer a los activistas, que ayer y hoy protagonizaron protestas masivas en las calles de Glasgow para denunciar que el evento es un «fracaso» lleno de «promesas vacías».

Las quejas de la sociedad civil comenzaron desde un principio con acusaciones por falta de transparencia debido a la imposibilidad de observar las reuniones por los límites al aforo ante la pandemia.

«Es muy difícil observar las negociaciones porque solo puede entrar tanta gente como sillas tenga la sala y esas sillas están reservadas para los delegados de los Gobiernos», explicó a Télam Carola Kloeck, profesora de Ciencia Política del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po).

Kloeck, que asistió a la conferencia como observadora, explicó que si bien se puede seguir la negociación por pantallas, no es lo mismo: «En la sala se puede ver donde están sentados los delegados, quien está al lado de quien, quien está hablando con quien y eso no se puede en los videos».

De esta forma, con aforo limitado a las delegaciones, en los primeros días de la conferencia se establecieron compromisos sobre deforestación, para reducir las emisiones de gas metano, dejar de utilizar carbón como energía y poner fin a la financiación de los proyectos de explotación y exploración de ese mineral en el exterior.

Además, India, el cuarto emisor mundial (después de EEUU, China y la Unión Europea) se comprometió a alcanzar la neutralidad en carbono -el equilibrio entre emisiones y retenciones de gases de efecto invernadero- para 2070 y México dijo que dejará de exportar petróleo para 2024.

Algunos expertos celebraron que 124 países, incluida la Argentina, se comprometieran a detener y revertir la deforestación para 2030, pero otros recordaron el incumplimiento de un compromiso similar en 2014.

Además, organizaciones como Greenpeace llamaron la atención sobre el hecho de que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, un negacionista del cambio climático, haya firmado el acuerdo.

«Hay una muy buena razón por la que se sintió cómodo firmando este nuevo acuerdo y es que esto permite otra décadacon masi de destrucción forestal y no es vinculante», subrayó la directora ejecutiva de Greenpeace, Carolina Pasquali.

En diálogo con Télam, la investigadora del Conicet y coordinadora de proyecto en la ONG Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico, Verónica Quiroga, agregó que desde que se firmó el Acuerdo de París se viene prometiendo reducir la deforestación «pero después no sucede».

En la Argentina, por otro lado, lo que se reclama desde la diferentes ONGs es un castigo penal por la deforestación ilegal, dado que las multas que corren actualmente no son efectivas, porque o son muy bajas, con lo cual no hay incentivo para dejar de hacerlo, o son muy altas y terminan siendo judicializadas.

Es por eso que la activista sueca Greta Thunberg habló de «promesas vacías» al encabezar ayer la habitual protesta semanal de la plataforma Viernes por el Futuro en Glasgow.

Es un «evento de relaciones públicas en el que los líderes pronuncian hermosos discursos y anuncian lujosos compromisos», expresó la joven de 18 años.

A su turno, un joven filipino que se identificó como John, subió al escenario y dijo que la Conferencia de las Partes se ha «convertido en una celebración de las promesas sin sentido de los líderes mundiales» y llamó a recortar drásticamente las emisiones.

Dos días antes, más de 80 países con EEUU y la Unión Europea (UE) a la cabeza se comprometieron a reducir el 30% de las emisiones de gas metano para 2030.

El jefe de la Delegación de Greenpeace en la COP26, Juan Pablo Osornio, subrayó en un comunicado que ese acuerdo tiene que ser «el principio y no el final de la ambición de reducir este potente gas de efecto invernadero».

«Si se reduce el uso de los combustibles fósiles, se reducirán las emisiones de metano y de carbono al mismo tiempo, por lo que habrá más posibilidades de alcanzar ese objetivo», agregó el experto un día antes de que se anunciaran dos compromisos sobre el carbón, el combustible fósil que más contribuye al calentamiento global.

Más de 40 países acordaron eliminar gradualmente el uso de energía basada en ese mineral mientras que, en paralelo, una veintena de Estados se comprometieron a dejar de financiar proyectos para explorar o explotar combustibles fósiles en el extranjero para fines de 2022 y priorizar las energías limpias.

El anuncio llegó un día después de que se conociera un informe que alertaba que el uso de ese combustible fósil recuperó niveles récord tras una reducción por los confinamientos por el coronavirus y la parálisis de la economía global en 2020.

El acuerdo para dejar de financiar las plantas de carbón no es vinculante, pero de concretarse significará que hasta 15.000 millones de dólares podrían ser desviados anualmente a otro tipo de proyectos de fuentes de energías no fósiles.

Además, entre los firmantes se destacan algunos de los mayores proveedores históricos de financiación pública para la explotación de combustibles fósiles, incluido el bloque de la UE a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI).

Sin embargo, otros grandes consumidores e inversores de combustibles fósiles como China, Japón o Corea del Sur se negaron a sumarse, aunque China ya anticipó –sin brindar datos precisos sobre un calendario y hoja de ruta- que dejará de financiar ese tipo de proyectos en el exterior.

Para la semana próxima se espera que se avance en la cuestión de la financiación que los estados más desarrollados, que son los que más contaminan, otorgarán a los países en desarrollo para mitigación y adaptación al cambio climático.

Además, resta discutir el Artículo 6 del Acuerdo de París DE 2015 sobre un mercado de carbono, algo que ya se había implementado bajo el Protocolo de Kioto, pero ahora requiere ajustes para evitar la doble contabilidad.