La ex presidenta Aung San Suu Kyi, derrocada en un golpe de Estado militar en Myanmar, fue inculpada por corrupción tras haber sido acusada por la junta de percibir medio millón de dólares y 11 kilos de oro en sobornos.

La premio Nobel de la Paz de 1991, de 75 años, fue detenida el 1 de febrero por la mañana, día del golpe militar, y está desde entonces en arresto domiciliario.

Se enfrenta además a otros cargos que van desde posesión ilegal de walkie-talkies hasta incitación a los disturbios públicos y violación de una ley sobre los secretos de Estado.

La ex jefa de Estado está acusada de haber cobrado «600.000 dólares y varios kilos de oro» del ex ministro encargado de la región de Rangún, Phyo Min Thein, indicó este jueves el diario oficial The Global New Light of Myanmar recogido por la agencia de noticias AFP.

También se la acusa de haber usado de forma abusiva unos terrenos para la fundación caritativa Daw Khin Kyi, que presidía.

Aung San Suu Kyi «fue declarada culpable de cometer actos de corrupción aprovechando su cargo. Por lo tanto, fue inculpada en virtud del artículo 55 de la ley anticorrupción», precisó el periódico.

De ser declarada culpable, a Aung San Suu Kyi se le puede prohibir que ejerza cargos políticos y se expone a largos años de prisión.

La junta no cesa de estrechar el cerco judicial contra la exdirigente.

Ya tiene dos juicios previstos en la capital, Naipyidó. El primero de ellos comenzará el 14 de junio.

Aung San Suu Kyi podría tener que comparecer más tarde en Rangún por la acusación de violación del texto sobre secretos de Estado.

Para justificar el golpe, la junta alegó fraudes masivos en las elecciones legislativas de noviembre de 2020, que ganó claramente el partido de Aung San Suu Kyi.

Los generales birmanos amenazan con disolver el partido de la ex dirigente. Una decisión en este sentido podría tomarse próximamente, pues la comisión electoral, afín al régimen, indicó que su investigación está casi terminada.

Desde que el golpe de Estado puso fin en febrero a un paréntesis democrático de 10 años, las manifestaciones son casi diarias, la economía está paralizada por las huelgas y surgieron los enfrentamientos entre el Ejército y las facciones étnicas rebeldes.

Las fuerzas de seguridad reprimen a sangre y fuego el movimiento de protesta, con casi 860 civiles muertos, entre ellos mujeres y niños, según la ONG Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP).

Casi 5.000 personas fueron detenidas y las organizaciones humanitarias denunciaron casos de ejecuciones extrajudiciales, tortura o violencia contra las mujeres.

Aung San Suu Kyi fue considerada durante mucho tiempo un ícono de la democracia y comparada a Nelson Mandela, Gandhi o Martin Luther King. Pero su imagen quedó enturbiada en los últimos años debido al drama de los cientos de miles de musulmanes rohinyás que huyeron en 2017 de la brutal represión y abusos del Ejército birmano, para refugiarse en el vecino Bangladesh.