Los ciudadanos estadounidenses recurren cada vez más a tarjetas de crédito y préstamos de corto plazo y alto interés para adquirir artículos esenciales, alimentos básicos y combustible. Así lo describen las últimos datos difundidos en los principales medios del país norteamericano.

Este proceso tiene un contexto que le dio origen. El informe más actual del Índice de Precios al Consumidor del Departamento de Trabajo estadounidense registró que los bienes y servicios básicos -donde están incluidos los alimentos, combustibles y el alquiler- aumentaron 8,3% en agosto pasado respecto al mismo mes del año anterior, un indicador que desalentó la esperanza de desaceleración que venían acunando algunos analistas internacionales.

En detalle, los costos de los alimentos y el combustible mostraron un incremento aun mayor al índice general, con subas interanuales de 11,4% y 25,6% respectivamente.

Es en ese marco que la deuda de las tarjetas de crédito creció al ritmo más acelerado de los últimos 20 años en el segundo trimestre del 2022.

El Banco de la Reserva Federal de Nueva York -tal publicó Michael Snyder en End Of The American Dream- informó que la deuda de las tarjetas de crédito en poder de los hogares estadounidenses incrementó un 13% sobre una base anualizada en el segundo trimestre, lo que marca la suba más pronunciada en más de dos décadas.

Un relevamiento de Wells Fargo también apuntó que los norteamericanos dependen en gran medida de las tarjetas de crédito para cubrir los gastos diarios.

La advertencia aparece por sí sola: la acumulación de deuda de tarjetas de crédito en el marco de un contexto recesivo de la economía de Estados Unidos dista de ser una acción recomendable. El escenario es aun peor cuando en el caso de los préstamos de corto plazo a altos intereses.

Esto último aparece como una opción desesperada cuando la tarjeta llega a su límite. El New York Times marcó que este tipo de préstamos se triplicó en solo dos años, una muestra clara de la situación de ahogo que atraviesan las economías de las familias de EEUU.

Esta realidad -publicó Wall Street Journal- está generando conflictos internos entre las familias. Dicho medio da como ejemplo el caso de Leibel Sternbach, una asesora financiera de 35 años que, junto a su pareja, gasta alrededor de 350 dólares por semana en comestibles; un número que está 220 dólar por encima del gasto que tenían el año anterior.

Dicho medio da como ejemplo el caso de Leibel Sternbach, una asesora financiera de 35 años que, junto a su pareja, gasta alrededor de 350 dólares por semana en comestibles; un número que está 220 dólas por encima del gasto que tenían el año anterior.

«No sé por qué todo el mundo sigue sorprendido cuando las cifras de inflación salen peores de lo esperado. Asumen que lo que está haciendo la Reserva Federal va a funcionar. No va a funcionar. Las personas que piensan eso no entienden la naturaleza del problema», subrayó el economista Peter Schiff, quien considera que para derrotar la inflación es necesario levear las tasas de interés hasta que sean «más altas que el IPC».

«Los números indican que la Reserva Federal no puede ganar esta lucha contra la inflación. Parte de la solución son las tasas de interés reales positivas. Si nos fijamos en todos los ciclos de ajuste de la Fed desde 1973, el banco central nunca ha dejado de apretar antes de que la tasa de fondos de la Fed fuera más alta que el IPC», agregó.

Aun así, Michael Snyder opinó: «Si la Fed realmente subiera las tasas de interés al 8 o 9 por ciento, eso nos sumiría en una depresión económica extremadamente amarga. Pero eso tampoco resolvería totalmente la crisis de inflación. Hay dos factores fundamentales que hacen que esta crisis sea diferente de cualquier otra crisis que hayamos enfrentado. En primer lugar, simplemente hay demasiado dinero flotando. Nuestros políticos pidieron prestado y gastaron billones de dólares que no teníamos en los últimos años, y la Reserva Federal inyectó billones de dólares que creó de la nada en el sistema financiero. Subir las tasas de interés no puede borrar todo ese dinero».

«En segundo lugar -completó-, el aumento de los precios no solo está siendo causado por cambios en la demanda. Ahora tenemos un importante problema de suministro mundial, y creo que solo empeorará en los próximos años. Por lo tanto, la Fed puede tratar de aplastar la demanda tanto como quiera, pero eso no alterará nuestros problemas de suministro. Eso será particularmente cierto para las categorías que tienen una demanda relativamente inelástica, como los alimentos. No importa cuán altas sean las tasas de interés, las personas aún necesitarán comprar alimentos para sus familias. Pero a medida que la escasez mundial de alimentos se vuelve más severa en 2023 y más allá, el suministro total de alimentos disponibles se volverá cada vez más estrecho».