En rueda de prensa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con su sede de Ginebra, Suiza, el doctor Mike Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencia Sanitaria de esa organización mundial, advirtió de las consecuencias devastadoras que puede significar para las naciones que abran sus economías antes de que tengan instalada la infraestructura médica necesaria para responder con rapidez a un nuevo brote del virus.

Además señaló que se debe evitar el “ciclo vicioso de un desastre en la salud pública seguido por un desastre económico, seguido por otro desastre en la salud pública, seguido por un desastre económico”, que ocurre cuando se reinician las actividades «con la presencia todavía de un alto nivel de contagio del virus”. Olvídense de la “ecuación falsa” entre la economía y la salud pública, recalcó. “Lo peor que pudiese suceder” económicamente es que un país reabra su economía y entonces como respuesta al resurgimiento del virus tenga que cerrarla de nuevo. Si el contagio del virus aumenta y no se tienen los sistemas para detectarlo, “serán días o semanas antes de que se den cuenta de que algo está yendo mal. En cierto sentido, eso va a ser más peligroso para el sistema económico que para el sistema de salud”.

Las medidas de cuarentena, explicó, tienen el propósito de restarle presión a los sistemas de salud, para darles tiempo para poder organizar la capacidad a fin de poder tratar a las personas que están más gravemente enfermas. Mantener las medidas de distanciamiento social es de ayuda para los hospitales, señaló, pero una “política de pararse y reanudar” tendría efectos devastadores en la economía. Explicó que el único modo de evitar tener que imponer de nuevo las restricciones luego de haberlas levantado, es que estemos completamente seguros de que las naciones y las regiones tienen instalada la infraestructura para llevar a cabo pruebas masivas, de modo que puedan detectarse los casos posibles y aislarlos antes de que tengan oportunidad de contagiar a otros. Sin esa capacidad a mano, le tomaría semanas a los funcionarios detectar un nuevo brote, dándole semanas a la persona contagiada de propagar el virus.