La muerte de una niña guatemalteca de siete años que estaba bajo custodia de las autoridades migratorias desató una polémica en Estados Unidos, mientras que el gobierno del presidente Donald Trump se desvinculó de lo sucedido.

«Es una muerte innecesaria y es 100% evitable», dijo a la prensa uno de los voceros de la Casa Blanca, Hogan Gidley, quien negó la responsabilidad del gobierno e instó al Congreso a aprobar leyes para «desincentivar» la migración ilegal.

La niña falleció dos días después de haber sido interceptada con su padre por la patrulla fronteriza, luego de haber cruzado ilegalmente la frontera desde México, reveló anoche el diario The Washington Post.

Para la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, el deceso de la menor de edad es «un ejemplo muy triste» de las consecuencias que tiene el cruce ilegal.

«Esta familia eligió cruzar ilegalmente. Seguiremos viendo qué ha sucedido pero, de nuevo, no puedo dejar de expresar lo peligroso que es el viaje cuando los migrantes deciden venir ilegalmente», indicó Nielsen al canal Fox News.

Sin embargo, legisladores de la oposición no tardaron en criticar la actitud del gobierno y cuestionar su responsabilidad por lo sucedido.

«Podemos y debemos hacerlo mejor como nación», opinó el presidente del Caucus Hispano en el Congreso, el demócrata Joaquín Castro, quien pedirá una investigación en profundidad de lo ocurrido.

En su opinión, las duras políticas migratorias de Trump no frenan la llegada de inmigrantes al país, sino que los obligan a recurrir a «caminatas peligrosas por el desierto» para evitar a los agentes fronterizos.

Mientras que la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, una de las organizaciones de defensa de los derechos civiles más importantes del país, acusó a los funcionarios de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de tener «una cultura de crueldad».

«El hecho de que se haya tardado una semana en que esto salga a la luz muestra la necesidad de transparencia de CBP», indicó la asociación en un comunicado, en el que reclamó una «investigación rigurosa».

La niña y su padre fueron detenidos el 6 de diciembre en el estado de Nuevo México, como parte de un grupo de más de 160 migrantes que se entregaron voluntariamente a los agentes, reportó la agencia de noticias DPA.

Ocho horas después, la menor comenzó a tener convulsiones y fue trasladada con fiebre alta en helicóptero a un hospital de la localidad texana de El Paso, donde llegó con paro cardíaco.
Si bien lograron reanimarla, la niña murió horas después.

En base a los registros de la patrulla fronteriza, la menor llevaba días sin comer y sin beber, pero no queda claro si recibió alimentos o atención médica a lo largo de la noche, antes de sufrir las convulsiones.

Los funcionarios migratorios aseguraron que la niña recibió la atención «adecuada», pese a que solo cuatro agentes de la CBP estaban a cargo de 163 migrantes, y optaron por culpar al padre que -a su juicio- tuvo «muchas oportunidades» de alertarlos.

El gobierno de Guatemala, por su parte, anunció que está brindando «todo el apoyo necesario» a la familia de la niña y ayudando con la repatriación del cuerpo.
La muerte de la pequeña se dio en medio de la crisis migratoria en la frontera entre México y Estados Unidos, donde miles de centroamericanos esperan en la ciudad mexicana de Tijuana poder pedir asilo en el vecino del Norte.

El número de detención de inmigrantes indocumentados en esa frontera está rompiendo récords este año, con un aumento de 11 por ciento en el año fiscal 2018, que concluyó en septiembre.

Según informó hoy el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, 158.581 personas fueron detenidas entre el 1 de octubre de 2017 y el 30 de septiembre de 2018. Se trata de la cifra más alta registrada en los últimos dos años y es el número más alto desde 2014.