La guerra en Ucrania cumple este sábado 500 días con nulas perspectivas de paz y sin avances decisivos en el frente, por lo que gran parte de la atención está en las repercusiones del envío de bombas de racimo anunciado por Estados Unidos y la cumbre que realizará la OTAN la próxima semana, en la que Kiev renovará su pedido para convertirse en un socio pleno.

La contraofensiva ucraniana lanzada hace poco más de un mes para recuperar los territorios controlados por los rusos en el sur y este del país avanza a un ritmo lento, ante la resistencia que generan las fuertes defensas construidas por las fuerzas del Kremlin y la necesidad de municiones, artillería y aviones de combate que reclama Ucrania.

De acuerdo al último parte del Instituto para el Estudio de la Guerra, un think tank con sede en Washington que monitorea día a día lo que ocurre en el terreno, los grandes combates tienen lugar en cuatro puntos del extenso frente, incluyendo la zona de Bajmut, escenario de la batalla más sangrienta desde que empezó la guerra el 24 de febrero de 2022.

«Todavía estamos a la espera de ver el impulso principal de la contraofensiva ucraniana, que espero tenga lugar más adelante, entre septiembre y noviembre. En la actualidad, las fuerzas rusas siguen controlando alrededor del 15% del territorio ucraniano», precisó Jessica Genauer, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Flinders (Australia).

«Ucrania espera recuperar una parte significativa de ese territorio antes de que llegue el invierno, en torno a noviembre de este año», añadió.

«La ofensiva no es rápida, eso es un hecho», reconoció el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, que sigue presionando a las potencias occidentales para que le suministren armas de largo alcance y aviones de combate estadounidenses F-16.

«Sin armas de largo alcance, es difícil no solo llevar a cabo misiones ofensivas, sino también, para ser honesto, operaciones defensivas», explicó.

Esta estrategia en la entrega de armamento será uno de los ejes de la importante cumbre de la OTAN que se realizará en Vilna, capital de Lituania, el 11 y 12 de julio.

Otra cuestión central de la agenda es el pedido de Ucrania de convertirse en miembro pleno de la alianza militar, tema sobre el que Zelenski logró cosechar adhesiones en la mini gira que realizó estos días en Bulgaria, República Checa, Eslovaquia y Turquía.

«No hay duda de que Ucrania merece ser miembro de la OTAN», dijo el mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, que, por otro lado, bloquea el ingreso de Suecia a la alianza militar.

Pese a este respaldo, que también se ve reflejado en la creación del Consejo OTAN-Ucrania, Estados Unidos fue determinante al afirmar que la propuesta de ingreso de Ucrania en el grupo se discutirá, pero no se decidirá en esta cumbre.

De fondo están las advertencias de Moscú, realizadas ya desde 2008 en un encuentro de la OTAN en Rumania, que una adhesión de Ucrania es vista como una amenaza directa al territorio ruso.

En ese sentido, el Kremlin reiteró esta semana que Kiev busca involucrar a «más países» en el conflicto al insistir en sumarse a la alianza militar.

«El régimen de Kiev está haciendo todo lo posible para arrastrar más países en este conflicto. Muchos ya han caído en este conflicto, directa o indirectamente», dijo esta semana el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.

En ese mismo marco, Rusia condenó la decisión de Estados Unidos de mandar a Ucrania bombas de racimo, algo que también rechazaron de forma más explícita o tácita algunos aliados de Washington como Reino Unido, España y Canadá, firmantes de la convención internacional que prohíbe este tipo de armamento.

«La decisión de la administración de Joe Biden de suministrar municiones de racimo al régimen de Kiev es otra manifestación flagrante del curso agresivo antirruso de Estados Unidos, destinado a prolongar el conflicto en Ucrania», dijo la portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zajarova.

En este contexto de elevada tensión y un diálogo diplomático roto desde hace más de un año, las opciones de un cese del fuego ni siquiera son hoy analizadas, pese a las propuestas que surgieron en el último tiempo de actores no involucrados directamente en el conflicto como Brasil, China o la Unión Africana.

«Es muy poco probable que veamos algún tipo de final negociado del conflicto antes de finales de 2023. Dependiendo del alcance de los logros de Ucrania en los próximos meses en las operaciones de contraofensiva, y de la continua disposición de los socios occidentales de Ucrania a suministrar armas y ayuda militar a Ucrania, podríamos ver cómo el conflicto continúa en 2024», analizó Genauer.

Y recordó: «Dadas las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Ucrania y Rusia en 2024, podríamos ver cambios políticos en cualquiera de estos países que podrían afectar a la duración del conflicto».

En la misma línea se pronunció Alexander Hill, docente de Historia Militar en la Universidad de Calgary (Canadá): «No cabe duda de que el fin del conflicto aún está lejos. Ninguna de las partes está dispuesta a negociar sus reivindicaciones territoriales».

«La parte ucraniana insiste -entre otras cosas- en que Rusia renuncie a todo el territorio tomado desde 2014, algo que es poco probable que Moscú acepte alguna vez, y en particular en lo que respecta a Crimea», manifestó.

Es que Ucrania, envalentonado por su resistencia y el apoyo de las potencias occidentales, proclama su intención de recuperar no solo los territorios tomados por Moscú desde el inicio de la invasión a larga escala en 2022, sino también la península de Crimea y las regiones separatistas bajo control ruso desde 2014.