Una buena parte de la cobertura de la prensa internacional sobre las tensiones crecientes entre Riad y Teherán, luego de que los saudíes ejecutaron al clérigo chiíta Nimr al-Nimr, apunta hacia la creciente agresividad de Arabia Saudita después de la coronación del rey Salman a principios del 2014 y de la designación de su hijo, el príncipe Mohammed, como su ministro de Defensa, como un factor detrás de las crecientes tensiones en contra de Irán.

Así lo señala un informe de larocuchepac.com, que además indica que Reuters, por ejemplo, cita la guerra en Yemen y el apoyo cada vez mayor de los saudíes a los rebeldes sirios y dice que, aunque la ejecución de Nimr tuvo que ver con políticas internas, “también fue parte de esta confrontación abierta en contra de Irán, según analistas políticos. No vamos a permitir que Irán desestabilice nuestra región. No vamos a permitir que Irán le cause daño a nuestros ciudadanos y a nuestros aliados y vamos a actuar en consecuencia”, le dijo a Reuters el ministro de Relaciones Exteriores saudí, Adel al-Jubeir.

Aliados incómodos

Reuters agrega que durante los años 60 y los 70, Arabia Saudita e Irán fueron aliados “incómodos”, que se veían como “pilares gemelos” de la estabilidad en la región. “Pero rica por su nueva riqueza petrolera, Arabia Saudita empezó a propagar en las mezquitas por toda la región su rígida interpretación salafista del Islam sunita que considera al chiísmo como hereje. Y después de su revolución de 1979, Irán adoptó, y exportó, la doctrina de Velayat-e Faqih, que dice que el poder temporal supremo entre los chiítas debe residir en su propio líder supremo. Esa división ideológica –agrega Reuters-, es lo que definió las relaciones conflictivas caracterizadas por la desconfianza y la rivalidad geopolítica desde entonces”.

La explicación de la agencia informativa, de que “ambas casas son una calamidad”, deja por fuera los intereses externos que se han estado inmiscuyendo en la región desde el siglo XIX, es decir, el imperio británico y Estados Unidos.

Jon Gambrell, corresponsal veterano sobre el Medio Oriente para Associated Press, ve que las acciones de Riad son intencionales. “Al ejecutar a un alto clérigo chiíta, Arabia Saudita prendió de hecho la mecha para desatar las tensiones sectarias regionales y su rivalidad con Irán”, dice Gambrell, quien agrega que “es también parte de una posición mucho más agresiva del reino en el último año, que incluye el lanzamiento de una campaña aérea en contra de los rebeldes chiítas en Yemen y aumento de la ayuda a los rebeldes en Siria”.

Crisis económica

Aparte de atacar a Irán, Gambrell destaca otro factor detrás del plan: una muestra de dureza por parte del rey Salman y el príncipe Mohammed que tiene el objetivo de reforzar su gobierno en un momento en que Arabia Saudita enfrenta una crisis económica debido a la caída en los precios del petróleo.

“Lo que vemos es una Arabia Saudita que cada vez se vuelve más caótica, que está gobernada por un hombre joven que busca probar su buena fe, dispuesto a tomar muchos riesgos y con una capacidad de juicio cuestionable”, dijo Cliff Kupchan, presidente del Grupo Eurasia. “Yo creo que cualquier analista independiente tendría que llegar a la conclusión de que la trayectoria del régimen saudí es uno de los mayores riesgos políticos que penden sobre el Medio Oriente en este momento”, sentenció.

iran arabia

Más adelante dice larouchepac.com que también están recreando el escenario del “aliado que se zafa”. Varios de los medios, entre ellos Reuters y el Washington Post-agrega el portal de noticias internacionales- están dándole vuelo a los comentarios de una fuente no identificada que dijo tener conocimiento desde adentro sobre la forma de pensar de los estratos más altos del gobierno saudí. Esta fuente alega que los saudíes están actuando en contra de Irán porque Estados Unidos no lo hicieron.

“Ya basta”, dijo la fuente. “Teherán se ha burlado abiertamente de Occidente una y otra vez, continuando con su patrocinio del terrorismo y lanzando misiles balísticos y nadie está haciendo nada al respecto”.

“No es que no les importe lo que piense la Casa Blanca”, dice la fuente, según Reuters. “Obviamente los saudíes y Estados Unidos necesitan trabajar juntos en bastantes asuntos. Pero es una situación en donde los saudíes sienten que tienen que seguir adelante por si mismos por sus propios intereses, en términos de hacerle frente a Irán en la región”.

La relación con los saudíes

Según David Sanger, del New York Times, “todo esto está haciendo que el gobierno estadounidense se las vea negras para explicar su relación con los saudíes. En general, Estados Unidos ha hecho la vista gorda o ha emitido advertencias cuidadosamente medidas a los saudíes cuando han aplastado a los disidentes o financiado extremismo islámico en el exterior. Pero –agrega- la conmoción política en el Medio Oriente y la percepción estadounidense de que los saudíes son decisivos para la estabilidad de la región, sigue manteniendo unido un matrimonio cada vez más díscolo.

Así que cuando Arabia Saudita ejecutó el sábado a 47 personas, entre ellas al jeque Nimr al-Nimr, el clérigo disidente, decapitando a muchos de ellos al estilo de lo que la mayoría de los estadounidenses asocian con el Estado Islámico en vez de con un aliado cercano de Estados Unidos, los esfuerzos del gobierno por explicar la relación se volvieron más tensos que nunca”.