Isabel II del Reino Unido fue sepultada este lunes en el castillo de Windsor luego de un fastuoso funeral que reunió a soberanos, príncipes y gobernantes del mundo, y a una multitud de británicos que se apiñó en las calles de Londres para despedir a una reina que marcó una era con sus 70 años en el trono.

Al término de una misa íntima en la Capilla San Jorge, una iglesia gótica del siglo XV situada también en los terrenos del castillo de Windsor, el féretro de la monarca fue descendido a la cripta donde reposan una larga lista de reyes británicos.

Los restos de su esposo, el príncipe Felipe, serán sepultados junto a ella, trasladándolos también desde la cripta, donde fueron descendidos tras su muerte en abril de 2021.

Unos 800 invitados, incluidos empleados de la difunta reina, asistieron a este último oficio religioso en que el lord chambelán, funcionario de mayor rango de la casa real, rompió su «vara de mando» y la colocó sobre el ataúd, marcando el fin del reinado de Isabel II y de un capítulo de la historia británica.

La corona imperial, el orbe y el cetro, emblemas de la monarquía que cubrían el ataúd, fueron retirados y colocados sobre el altar.

La monarca que más tiempo estuvo en el trono británico murió el 8 de este mes, a los 96 años, tras un largo reinado que dio estabilidad al Reino Unido en un turbulento siglo XX, marcado por la desaparición del Imperio Británico al ritmo del proceso de descolonización posterior a la Segunda Guerra Mundial.

La impactante jornada de sus funerales y sepelio comenzó bien temprano, cuando las puertas del edificio del Parlamento se cerraron a los cientos de miles de personas que durante varios días hicieron colas de muchos kilómetros para pasar frente a su féretro, con esperas de hasta 17 horas.

En un país conocido por la pompa y la ceremonia, el primer funeral de estado desde el del expremier Winston Churchill abundó en espectáculo: antes del servicio religioso funerario en la Abadía de Westminster, al lado del edificio del Parlamento, una campana sonó 96 veces, una vez por minuto por cada año de vida de Isabel.

Luego, 142 marineros de la Royal Navy usaron cuerdas para tirar del carro de armas que llevaba su ataúd a la abadía. Los portadores del féretro lo llevaron al interior de la iglesia gótica, donde aguardaban unas 2.000 personas, desde líderes mundiales hasta trabajadores de la salud.

El ataúd de la monarca salió de la abadía tras el servicio fúnebre, envuelto en banderas y coronado por la Corona Imperial de Estado, y fue trasladado a un afuste -un carro para cañones- tirado por decenas de marineros, para dar comienzo a la procesión que la llevó a través de Londres, hacia el castillo de Windsor, a unos 40 kilómetros.

Durante la ceremonia, los aproximadamente 2000 asistentes, encabezados por Carlos III y otros miembros de la familia real, guardaron dos minutos de silencio, también observados en todo el Reino Unido, antes de cantar el himno nacional.

El servicio fue dirigido por el decano de Westminster, David Hoyle, mientras que el sermón estuvo a cargo del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder de la Iglesia Anglicana, de la que el rey de Inglaterra es cabeza desde la ruptura con el Vaticano en el siglo XVI.

Al finalizar el funeral, el cortejo con el féretro recorrió las calles de Londres hasta el arco de Wellington, en Hyde Park Corner, ante una multitud apostada que entre aplausos y lágrimas arrojaban flores a su paso.

El féretro había llegado a la abadía por la mañana. luego de ser despedido a lo largo de diez días en capillas ardientes montadas en diversas locaciones.

El cortejo fúnebre también fue escoltado por Carlos y los miembros de la familia real, además de 142 marineros de la Marina Real.