La oposición oligarca en torno a Carlos Mesa han dejado de lado toda pose de aceptar la ruta electoral para llegar al poder, y anunciaron el martes 29 que sus partidarios van a permanecer en las calles hasta que se acuerde que el Presidente Evo Morales dejará el cargo en enero del 2020. En las ciudades en que dominan, que incluye a la capital, La Paz, sus partidarios están bloqueando el tráfico y tratando de parar las actividades económicas.

El ministro del Interior del gobierno de Morales, Carlos Romero, correctamente llamó a esto un intento de golpe de Estado.

Sin embargo, el gobierno tiene un fuerte apoyo de base, con una historia de acción política muy bien conocida. Grupos étnicos indígenas, mineros y organizaciones sindicales ya están poniendo en marcha diferentes tácticas utilizadas históricamente para derrocar gobiernos, pero en esta ocasión en defensa de su gobierno: bloqueando las carreteras que unen las ciudades más importantes, y por lo tanto haciendo imposible que les lleguen suministros. Los enfrentamientos entre los dos grupos contendientes se están extendiendo.

La estrategia de Mesa, de “al carajo con las elecciones”, tiene además otro problema de legitimidad, luego de que el Presidente Morales propuso la semana pasada a la Organización de Estados Americanos (OEA) que acompañe al gobierno para hacer una auditoría a los resultados de las elecciones del 20 de octubre. Morales dijo que si se determina que hubo irregularidades significativas, su gobierno aceptará que haya una segunda vuelta electoral para decidir quién es el ganador. Está claro que la oposición considera que tienen muy pocas posibilidades de ganar una segunda vuelta, por lo cual ya no están tan interesados.

Fuente: larouchepac.com