A un día del anuncio de la reforma previsional impulsada por el gobierno de Emmanuel Macron, los sindicatos mantuvieron hoy su pulseada contra la polémica medida con una sexta jornada consecutiva de paro de transportes y movilizaciones en las calles, aunque con menos convocatoria que la semana pasada.

Si bien la huelga de transportes se mantuvo con fuerza en todo el país, la participación en las manifestaciones se redujo casi a la mitad en relación con las del pasado jueves, que reunieron un millón y medio de personas, según los organizadores.

Este martes hubo 339.000 manifestantes en toda Francia, de los cuales 31.000 se reunieron en París, informó del ministerio del Interior.

Cifras muy inferiores a las anunciadas por la misma cartera el pasado 5 de diciembre, con 806.000 personas en las calles, 65.000 en la capital.

La Confederación General del Trabajo (CGT), por su parte, reconoció una caída en la afluencia, con un total 885.000 participantes.

Pero si la movilización en las calles aminoró, «el descontento sigue igual de alto», destacó el secretario general de la CGT, Philippe Martinez, en la marcha parisina.

«Que Macron retire su proyecto y discutamos con seriedad la mejora necesaria del sistema de reformas, que es uno de los mejores del mundo», afirmó el líder sindical.

Rodeados por un fuerte dispositivo de seguridad, los manifestantes desfilaron por las calles del sur de la capital al grito de «todo el mundo odia ser precario».

Entre ellos, muchos estudiantes y profesores, pero también ferroviarios, abogados, funcionarios y jubilados.

«Tenemos la sensación de que nos ahogan cada día más. Esto va más allá de la jubilación, es un grito contra el deterioro de los servicios públicos, las condiciones de trabajo, las clases desbordadas y los estudiantes agobiados por la precariedad», dijo una profesora de la Universidad de París-Este Créteil, citada por la agencia de noticias EFE.

El paro docente también fue menos fuerte que el pasado jueves: entre 12% y 19% de huelguistas, según el ministerio de Educación, y entre 30% y 62%, según los sindicatos.

En el transporte, en cambio, la medida de fuerza se mantuvo con firmeza.

La capital francesa fue la más perturbada, con nueve líneas de subte cerradas, la mitad de los colectivos y tranvías fuera de circulación, y el servicio de los trenes interurbanos muy afectado.

Y la ciudad seguirá paralizada al menos hasta el miércoles, según decidieron los sindicatos de los empleados de la red metropolitana de transportes de París (RATP).

«La semana está muerta», concluyó Thierry Babec, delegado de UNSA, el sindicato mayoritario de la RATP.

A nivel nacional, con tres cuartos de los conductores en paro, la compañía nacional ferroviaria SNCF contaba sólo con un 20 % de sus trenes de larga y media distancia y, según adelantó la empresa, la situación será «difícil hasta el final de la semana».

En el tráfico áereo, Air France canceló más del 30% de sus vuelos y EasyJet un total de 92, luego que la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) pidiera la reducción de sus programas en un 20%.

En consecuencia, siete de las ocho refinarías que hay en Francia fueron afectadas por la huelga, según la CGT.

Los gremios mantienen así su pulseada con el gobierno para protestar contra el nuevo sistema jubilatorio propuesto por el Ejecutivo, que consideran reduciría la cuantía de las pensiones y podría retrasar incluso la jubilación, actualmente prevista a los 62 años.

El Ejecutivo, en cambio, aseguró defender un sistema «más justo y más simple» que pretende reemplazar los 42 regímenes especiales existentes por un sistema único e universal.

«Tenemos la intención de construir un régimen universal, por reparto y por puntos. Es a lo que se comprometió el presidente y es lo que vamos a hacer», sentenció el primer ministro, Édouard Philippe, quien mañana detallará la medida sin dar «anuncios mágicos».