Dos policías fueron baleados en una protesta en la ciudad estadounidense de Louisville, después de que un jurado decidiera no imputar por homicidio a ninguno de los tres policías que mataron este año a una trabajadora de salud afroamericana, Breonna Taylor, que estaba desarmada dentro de su casa.

«Dos policías fueron heridos de bala» en los incidentes y un sospechoso «está en custodia», dijo en rueda de prensa el jefe interino de la policía de Louisville, Robert Schroeder.

Agregó que el estado de salud de los agentes era estable y que uno de ellos fue operado.

La oficina local del FBI en Louisville, en el estado de Kentucky, comunicó que se encargaría de la investigación sobre estos hechos, informó la agencia de noticias AFP.

Más temprano, varios centenares de personas que se reunieron en Jefferson Square, una plaza céntrica de la ciudad, fueron dispersadas por la policía poco antes del comienzo de un toque de queda nocturno para evitar desmanes tras la decisión judicial.

Manifestaciones espontáneas estallaron en varias ciudades del país, sacudido desde hace meses por una ola de protestas antirracistas. Hubo protestas en Nueva York, Boston y Filadelfia, entre otras urbes.

Brett Hankison, uno de los tres agentes involucrados en el tiroteo contra Taylor, fue imputado por poner en peligro la vida de los demás, en este caso tres vecinos de la víctima.

Pero ni Hankison ni los otros dos policías que efectuaron los disparos que mataron a Taylor fueron inculpados por el homicidio de la enfermera de 26 años, una decisión «escandalosa e insultante», según el abogado de la familia de la víctima, Ben Crump.

Antes del anuncio del miércoles, la municipalidad de la ciudad había declarado el estado de emergencia y movilizado un importante dispositivo de seguridad, Varias personas fueron detenidas por la tarde.

Taylor murió el 13 de marzo por la noche, cuando un grupo de policías derribó la puerta de su casa sin aviso previo, en un allanamiento por drogas que terminó sin encontrar pruebas.

El novio de Taylor tenía un arma registrada, creyó que era un robo e hizo un disparo. La Policía respondió con una lluvia de tiros y mató a Taylor.

Hankison disparó diez balas, algunas de las cuales alcanzaron el apartamento vecino al de Taylor, «poniendo a tres personas en grave peligro de heridas físicas o de muerte», dijo el fiscal.

Sus otros dos colegas, Jonathan Mattingly y Myles Cosgrove, que habían sido destituidos en junio, no fueron inculpados de ningún cargo al haber, según el fiscal, actuado en estado de legítima defensa.

La investigación no determinó cuál de los policías mató a la mujer.

«Esto constituye un nuevo ejemplo de ausencia de responsabilidad por el genocidio de la gente de color perpetrado por los policías», señaló en un comunicado el abogado Crump.

«Es irónico y típico que los únicos cargos en este caso sean por balazos disparados en el apartamento de un vecino blanco», mientras quien resultó muerta fue una persona negra, agregó.