El viernes por la noche, unos 110 mineros se encontraban en el pozo de la mina de Amasra, en la provincia de Bartin, en el norte de Turquía, cuando tuvo lugar una fuerte explosión. En el momento del suceso, casi la mitad de ellos se encontraban a más de 300 metros de profundidad, según comentaron las autoridades locales.

Hasta el momento 40 personas murieron y 28 resultaron heridas tras la explosión. Decenas de quienes quedaron atrapados han sido rescatados o consiguieron salir por sus propios medios, mientras continúan los trabajos en el pozo en busca de mineros que aún puedan quedar atrapados, pues se sabe al menos de uno que está desaparecido, y para enfriar los túneles.

El ministro de Energía, Fatih Dönmez, visiblemente afectado, estimó que se acercaba «el final de las operaciones de rescate», precisó.

Según él, el fuego en las galerías declarado tras la explosión «está ahora bajo control, en gran medida».

En el momento del estallido, una explosión de grisú según las autoridades, ocurrida el viernes a las 18H15 locales (15H15 GMT), había dentro más de 110 mineros.

La explosión produjo un incendio en el interior de la mina, que se prolongó durante horas. “No sabemos nada. Había polvo y humo, no pudimos ver qué pasó. Yo salí por mis propios medios. Los que estábamos algo alejados solo sentimos la presión de la explosión, pero no pudimos ver nada”, narró a la cadena NTV un minero que logró salir del pozo antes de que llegaran los equipos de rescate.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció que viajará al lugar del accidente el sábado por la tarde, y prometió desde su cuenta de Twitter una investigación a fondo. «Nuestras instancias judiciales investigarán todos los aspectos de este accidente terrible que nos ha devastado. Ninguna negligencia dejará de tener consecuencias».