Datos recientes del Buró del Censo de Estados Unidos sugieren que el déficit comercial estadounidense de bienes con China fue más elevado en 2022 que cuando era presidente Donald Trump, según señaló un artículo de la web del Carnegie Endowment for International Peace.

Añadiendo que el déficit comercial total estadounidense alcanzó un récord histórico de 1,18 billones de dólares, Carnegie apuntó que esto refuerza la idea de que «los aranceles no reducen los déficits comerciales de Estados Unidos, además de que los costes recaen especialmente sobre la población estadounidense».

De manera similar, el Financial Times reflexionó recientemente sobre «lanzar guerras comerciales», describiendo la estrategia estadounidense actual como «un juego de suma negativa» e insistiendo en que la politización del comercio seguramente dará resultados inútiles.

La ralentización del comercio mundial, escribió el autor del artículo Martin Wolf, el giro al nacionalismo económico y las demandas crecientes en Occidente para desacoplarse de China «están reconfigurando la economía global».

Durante los últimos años, las tácticas comerciales abusivas de Estados Unidos han provocado un aumento en los costos de las empresas internacionales, un descenso de su competitividad y dañado el interés de los consumidores.

Las estadísticas muestran que el anterior Gobierno de Estados Unidos ha implementado más de 3.900 sanciones, una media de tres al día. La Administración Biden también ha promulgado una norma de «comprar (producto) estadounidense», exigiendo que cualquier bien adquirido con dinero de los contribuyentes tenga un 75 por ciento del valor hecho en Estados Unidos.

Pese a parecer una implementación periódica de políticas proteccionistas y unilaterales, las empresas estadounidenses muestran resistencia a tal cambio, el cual puede dañar sus perspectivas en la economía global, dijo Rahim Teymoori, integrante del Centro de Investigación de Desarrollo y Previsiones de la Organización de Planificación y Presupuesto de Irán.

«Aunque a corto plazo tales políticas pudieran posiblemente hacer su contribución al sector productivo estadounidense, bajo el apoyo financiero y protección del Gobierno de Estados Unidos, a largo plazo dañarían la competitividad de las empresas estadounidenses al perder un gran mercado integrado donde han creado sus conexiones», observó.

Internamente, la guerra comercial de Washington ha provocado pérdidas demoledoras asumidas por la gente corriente. En el resto del mundo, las políticas proteccionistas de Estados Unidos pueden conducir a cadenas de suministro caóticas, choques de inflación severa y aumentos en los costes de la vida.

Estados Unidos no solo está restringiendo las actividades económicas de sus empresas en el exterior, endureciendo los controles sobre las exportaciones e introduciendo la Ley de Chips y Ciencia, la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de Inversión en Infraestructuras y Empleo para proteger sus intereses; sino que también coacciona a otros países para sumarse a las sanciones y hacer lo que es perjudicial para ellos mismos, dijo un investigador japonés, enfatizando en que «esto es un modo de actuar mafioso».

Kiyoyuki Seguchi, director de investigación en el Instituto Canon para Estudios Globales de Japón, declaró que las restricciones de Estados Unidos a la exportación de semiconductores han afectado a empresas en Japón, República de Corea o Países Bajos, entre otros, incluido al propio Estados Unidos.

En opinión de Seguchi, la adopción de una política económica de suma cero por parte del país norteamericano no puede tener éxito en el ámbito de la economía real porque «la lógica en las relaciones económicas es que o ganar-ganar o perder-perder, no puede darse el resultado de que una parte gana mientras la otra pierde».

Debido en parte al proteccionismo estadounidense, además de los efectos colaterales de políticas monetarias y fiscales previas, la inflación global ha subido a niveles máximos en cuarenta años y más del 60 por ciento de los países en desarrollo de renta baja tienen problemas de deuda.

Mientras que la Administración Trump había intentado dar beneficios y dividendos al país imponiendo aranceles sobre productos multinacionales, la Administración Biden continuó con su política industrial de incentivos, azuzando la elevada inflación y haciendo que todo el mundo pague las consecuencias, manifestó Hsia Hua Sheng, economista en la Universidad de Sao Paulo.