El último soldado norteamericano salió este lunes de Afganistán, dejando el país en manos de los talibanes tras la guerra más larga en la historia de Estados Unidos, que acabó en una humillante derrota para la primera potencia y sus aliados occidentales.

“El último avión C-17 despegó del aeropuerto de Kabul el 30 de agosto” a las 19H29 GMT, declaró el general Kenneth McKenzie en una conferencia de prensa.

“Aunque se completó la evacuación militar, continúa la misión diplomática para permitir la salida de ciudadanos estadounidenses y afganos elegibles que quieran irse”, agregó el jefe del Comando Central de Estados Unidos a cargo de Afganistán.

De esta manera, Afganistán volvió a quedar en manos de los talibanes y por primera vez en dos décadas no hay tropas extranjeras en el país, apenas un día después de un nuevo atentado en la zona del aeropuerto y de que los cancilleres de varias naciones buscaran un plan común para facilitar otras evacuaciones y discutir qué relación mantendrán con el movimiento que controlará el país.

La salida de las últimas tropas extranjeras fue precedida por la caída de varios cohetes disparados en la madrugada de este lunes en un vecindario cercano al aeropuerto de Kabul, en un atentado que se adjudicó el grupo yihadista Estado Islámico del Khorasan (EI-K).

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“Los soldados del califato atacaron al aeropuerto internacional de Kabul con seis cohetes”, señaló el grupo en un comunicado citado por la agencia de noticias AFP.

Un funcionario de cargo alto de seguridad que trabajó en el Gobierno derrocado hace dos semanas indicó que los cohetes habían sido disparados desde un vehículo en el norte de Kabul, donde se encuentra la terminal aérea.

En el vecindario de Chahr-e-Shaheed, donde cayeron los proyectiles, se formaron grupos alrededor de los restos de un automóvil usado por los atacantes, que parecía tener seis tubos de lanzacohetes en el lugar del asiento trasero.

El Estado Islámico (EI) y grupos insurgentes suelen colocar esos tubos en vehículos para transportarlos sin ser detectados y acercarse a un objetivo.

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La Casa Blanca confirmó el ataque y aseguró que la evacuación continuó sin interrupción.

El presidente estadounidense, Joe Biden, fijó para el martes 31 de agosto la fecha límite para retirar sus fuerzas de Afganistán y culminar dos décadas de una operación militar iniciada como represalia por los atentados contra las Torres Gemelas, ocurridos el 11 de septiembre de 2001.

El retorno del movimiento islamista de los talibanes al poder desencadenó un éxodo de afganos aterrorizados que trataban de huir gracias a un enorme puente aéreo liderado por Washington, que permitió evacuar a 116.700 personas, entre ellas 1.200 entre el domingo y este lunes, según informó la Casa Blanca.

El ataque de este lunes sigue al del jueves, también en los alrededores de la estación aérea de Kabul, que dejó cientos de muertos –entre ellos 13 soldados estadounidenses- y afectó principalmente a las personas que estaban en la zona tratando de huir del país.

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Un vocero de los talibanes advirtió que los ataques del EI-K deben terminar con la salida de las tropas estadounidenses de este lunes, bajo amenaza de que el Gobierno, de lo contrario, reprimirá a esa milicia.

Los talibanes ratificaron además que tomarán el control total del aeropuerto, apenas se complete el repliegue de las tropas de Estados Unidos, según reportó la cadena de televisión Al Jazeera.

Por otro lado, los cancilleres de varios países discutieron en videoconferencia la chance de un “enfoque conjunto” sobre el futuro de la región después de que termine la última fase de las evacuaciones.

Convocados por Washington, participaron de la conversación los responsables de Relaciones Exteriores de países que Estados Unidos considera “socios claves”: Francia, Canadá, Alemania, Italia, Japón, Gran Bretaña, Turquía, Qatar, la Unión Europea y la OTAN.

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También está pendiente una propuesta que París y Londres anunciaron que llevarán al Consejo de Seguridad de la ONU para crear, bajo el control de la organización, una “zona de seguridad” en Kabul para seguir con las operaciones humanitarias, iniciativa a la que Rusia anunció su respaldo.

A Rusia la cuestión le preocupa especialmente por la seguridad de las ex repúblicas de Asia Central, limítrofes con Afganistán (Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán), atento a que una eventual afluencia masiva de refugiados puede tener un efecto desestabilizador en la región.

Parte del debate entre las potencias –y dentro de la ONU misma- pasa por si se intentará un diálogo común o cada país negociará por separado.

El Gobierno británico aseguró que continuará trabajando con las solicitudes de los ciudadanos afganos que pidieron ser evacuados y para eso está dispuesto a dialogar con los talibanes; mientras que España afirmó que no reconocerá al movimiento como legítimo pero no descarta mantener contacto con sus autoridades por motivos operativos.