Alerta y preocupación en España. El suicidio aparece como la principal causa de muerte de los jóvenes españoles.

Según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística de España (INE), en 2016 fallecieron 3.569 personas en el país mediterráneo por esta causa. Es una cifra que casi duplica los muertos en accidente de tráfico, multiplica por 80 las víctimas de violencia de género, es 13 veces más que los homicidios y la principal causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años.

Al día se quitan la vida unas 10 personas, de las cuales siete son hombres y tres son mujeres en España y el INE calcula que, en lo que llevamos de siglo, en España se han producido casi 60.000 suicidios.

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Por Comunidades Autónomas, Galicia y Asturias poseen las mayores tasas de suicidio por 100.000 habitantes, mientras que la menor la registra la Comunidad de Madrid, situándose la media estatal en 7,5 personas según un análisis de la Fundación Salud Mental España para la prevención de los trastornos mentales y el suicidio.

La idea de que donde más se producen los suicidios es en zonas de montaña, donde impera la soledad, en España se ve reflejada en Asturias, que lidera la estadística desde 2011 en cuanto al número de personas que se quitan la vida.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de las tres cuartas partes de los casos se producen en los países en desarrollo.

Casi 800.000 personas cometen suicidio cada año en todo el mundo, y esa es la segunda causa de muerte entre quienes tiene entre 15 y 29 años, dijo el organismo.

En Estados Unidos, 45.000 personas acabaron con su vida en 2016, un preocupante aumento del 30% desde 1999.

«Es difícil de explicar, quizás en parte se deba a la epidemia de opiáceos» o a la crisis financiera de 2008, explica a la AFP David Brent, psiquiatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh.

Múltiples factores

«La prevalencia del suicidio ha fluctuado en el tiempo, a menudo aumenta durante períodos de dificultades sociales» como la Gran Depresión de 1929, subraya el psiquiatra Richard Friedman en una columna en el New York Times.

Países devastados por la guerra como Sri Lanka son los más afectados, mientras que Corea del Sur y Japón se encuentran entre los países industrializados con más prevalencia.

«Haber experimentado una guerra, un desastre natural, violencia, abuso sexual (…) son factores asociados en gran medida con el comportamiento suicida», advierte la OMS.

La mayoría de las personas con tendencias suicidas han sido tratadas «al menos por un trastorno mental» como la depresión, la ansiedad o la adicción. Pero otros factores como el aislamiento,

la pérdida de un trabajo o de un ser querido o una ruptura pueden empujar a alguien a actuar de forma irreversible, de acuerdo con las autoridades sanitarias estadounidenses.

El fenómeno afecta a todas los estratos sociales y todas las edades. Los más jóvenes, más influenciables, son más vulnerables a los «suicidios por imitación», frecuentes especialmente cuando figuras célebres acaban con sus vidas.

Algunas profesiones tienen una incidencia más alta -militares, agricultores-, así como las minorías étnicas y sexuales que sufren discriminación: indígenas, migrantes y refugiados, homosexuales, transexuales.

Formación y seguimiento

Si el suicidio a menudo es un shock para los seres queridos que no vieron venir la situación, es porque quienes están tentados a cometerlo lo ocultan, por un lado para no ser desalentados pero también por vergüenza.

La ayuda médica funciona asociada con psicoterapias, aseguran los expertos. La formación del personal médico y de emergencia para detectar estos comportamientos y el seguimiento a largo plazo son decisivos porque las personas que ya han hecho un intento de suicidio tienen muchas posibilidades de volver a intentarlo.

La OMS también subraya la importancia de reducir la disponibilidad de sustancias letales o armas de fuego.

Las autoridades de salud de Estados Unidos advierten que los suicidios están aumentando de manera espectacular en las zonas donde la posesión de armas de fuego está muy extendida. Unas 22.000 personas las usan cada año para quitarse la vida.