Por Nabih Yussef y Rafael Pansa*

Manaus, la selva más grande del mundo es también escenario de una de las producciones y transporte de estupefacientes más importante de todo el planeta. Por sus venas de agua dulce transitan barcos de carga con toneladas de cocaína pura de producción colombiana. A pesar de los acuerdos de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el gobierno de Juan Manuel Santos, la producción de cocaína y el comercio ilegal de armas colombianas no ha cesado. Las resiliencias de las Farc coinciden con el ex presidente Álvaro Uribe en una cosa, la paz no es un buen negocio.

Es por ello que la alianza entre las Farc y la narcobanda Familia do Norte ha persistido a pesar de los intentos conjuntos entre la marina brasileña y los ejércitos colombianos y peruanos en bloquear la hemorragia que se cuela en la triple frontera entre ambos países, con la ciudad de Tabatinga como centro neurálgico del borde fronterizo.

Las Farc producen y comercian cocaína a gran escala, y según la Oficina de Drogas y Crimen de Naciones Unidas, los ingresos de la guerrilla se ubicarían en torno de los us$1.000 millones de dólares.

La organización criminal Familia do Norte, opera en la distribución y comercialización de estupefacientes en un triángulo amoroso entre las Farc y el Comando Vermelho, la banda que controla la droga en una de las ciudades más pobladas y turísticas de Brasil con más de un millón de visitas por año.

Piratería en el Río Amazonas

El negocio de la cocaína ha dado lugar a la aparición de narcopiratas que actúan en el Río Amazonas para saquear el transporte clandestino de sustancias. Los piratas conocen el terreno hostil de la selva y todos sus vericuetos, es así que montan emboscadas a los barcos cargueros en búsqueda del “botín blanco”. En este escenario, la Familia do Norte ha iniciado una verdadera cacería de piratas y ha dado a conocer a través de videos caseros, mensajes de advertencia a los “comandantes” de los piratas.

Esta lógica criminal utilizada por el terrorismo islámico y los cárteles de México, se ha trasladado al norte brasileño y deja en descubierto el nivel de impunidad con el que gozan estas organizaciones criminales. Con toda la cobertura mediática nacional, los narcos ejecutan su ajuste de cuentas y eliminan la célula narcopirata, enviando al mismo tiempo un mensaje contundente: o norte é nos (el norte es nuestro).

Manaus sin Estado

La ciudad de Manaus es el centro metropolitano de control de la selva tropical y uno de los puntos geográficos más inhóspitos del mapa brasileño. Para llegar a este punto en el corazón de Amazonas, se necesita un avión de línea; o en barco, pero sólo desde los extremos oeste y este levemente al sur de la línea del Ecuador. Eso produce la sensación en sus habitantes, de estar aislados del resto de los brasileños.

El Estado brasileño es el gran ausente en la geografía amazónica, y en la geopolítica como en la física, lo espacios que no los ocupa el Estado, los ocupa otro: el narcotráfico. Es por esta razón que el gran gendarme de la zona es la mencionada Familia do Norte, que controla la distribución y comercialización de drogas en todo el norte brasileño.

La “ley de la selva”

La ausencia del Estado (y algunas connivencias), brindan el escenario propicio para que el “mundillo privado” imponga sus reglas, lo que se traduce en deforestación y desertización de la selva por parte de las empresas madereras de la zona; como también, calles invadidas de mercados precarios donde es posible comprar tortugas protegidas para platos de comida, comerciar armas blancas y picanas eléctricas, o contratar los servicios sexuales de menores de edad por menos de us$10 dólares la hora.

La “ley de la selva” se impone en Manaus y la rentabilidad de los negocios de la droga tuvo al Primeiro Comando da Capital (PCC), como uno de sus principales inversores. El PCC tiene origen en la ciudad metropolitana más poblada de América del Sur, São Paulo. Esta organización criminal intentó quedarse con el control del comercio de cocaína en el norte brasileño, lo que le valió la sentencia de muerte por “la Familia”.

Desde el complejo penitenciario Anísio Jobim, la facción Familia do Norte invadió los pabellones donde se encontraban algunos de los “soldados” del PCC para eliminarlos de la competencia. Con 59 muertos, entre ellos 8 decapitados y una decena de mutilados, la Familia impuso el control de su zona de influencia y desplegó sus banderas con las iniciales F.D.N. en lo alto del presidio, en señal de que su poder está intacto.

A pesar de las insistencias de Conclusión, el titular de la Secretaría Provincial de Administración Penitenciaria (SEAP, por su siglas en portugués), Cleitman Rabelo Coelho, se negó a conceder una entrevista a la prensa argentina para dar su versión de lo sucedido en las cárceles de Manaus y qué medidas estaban empleando para contener el control del narcotráfico que actúa desde los complejos penitenciarios.

Por si fuera poco, las autoridades de la gobernación de Amazonas se encuentran acéfalas, el gobernador José Melo fue desplazado por la justicia por compra de votos y manejo irregular de fondos por casi $40 millones de dólares. Actualmente permanece en el cargo el gobernador interino del presidente Temer, David Almeida, que en un mensaje a la legislatura local afirmó que vino “contribuir al bien común del pueblo de amazonas”, sin adentrarse en los temas que centrales de una de las zonas más calientas del subcontinente americano.

*Investigadores del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org