El presidente del banco Credit Suisse, Axel Lehmann, se disculpó hoy ante los accionistas tras la venta forzada de la entidad a UBS para evitar su quiebra el mes pasado, y aseguró que el banco no podía ser salvado por lo que la fusión tuvo que llevarse a cabo.

«Me disculpo que no hayamos podido frenar la pérdida de confianza que se fue acumulando a lo largo de varios años y por haberlos decepcionado», afirmó el ejecutivo en la apertura de la última asamblea anual del banco, tras 167 años de historia.

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Luego de años de escándalos y malas apuestas financieras, el banco no pudo resistir la perdida de confianza, acentuadas por las turbulencias bancarias globales de las últimas semanas.

Tras arduas negociaciones, que contaron con la gestión del gobierno suizo, el banco fue vendido a su competidor UBS por US$ 3.250 millones, el pasado 19 de marzo.

El objetivo de las autoridades regulatorias fue evitar un colapso que amenazaba con producir un efecto sistémico en el resto del sistema financiero, pues era uno de los bancos con más interconexiones en el mundo.

Los accionistas se mostraron indignados durante la asamblea tras ver como sus inversiones se evaporaron con la venta del banco y por no haber sido consultados por la fusión, algo que debe realizarse en este tipo de operaciones pero que la urgencia impidió.

«Perdí US$ 11.000. Para mi familia es mucho dinero”, contó a la agencia France Presse un accionista a la entrada de la asamblea en donde hubo presencia policial para evitar desbordes.

La cúpula directiva defendió la decisión de vender a UBS y consideró que era la única opción posible.

“El banco no podía ser salvado. En última instancia sólo hubo dos opciones: un acuerdo o la bancarrota. La fusión tenía que llevarse a cabo”, justificó Lehmann en declaraciones difundidas por las agencias de noticias DPA y Bloomberg.

La segunda opción “habría llevado al peor de los escenarios” con una “pérdida total para los accionistas, riesgos impredecibles para los clientes y graves consecuencias para la economía y los mercados mundiales”.

Lehmann afirmó que creía en sus planes para llegar a reestructurar la entidad hasta lo que denominó la “fatídica semana de marzo” en donde la combinación de subas de tasas de interés, inflación y la volatilidad del mercado hizo particularmente vulnerable a la entidad.

Aseguró que junto a UBS están “comprometidos” a buscar las mejores soluciones posibles para los empleados y a «reducir este tiempo de incertidumbre lo más posible».

«Nos quedamos sin tiempo. Esto me llena de tristeza», dijo en la misma línea el CEO, Ulrich Körner, quién señaló que las corridas que sufrió el banco desde fines del año pasado fueron resultado de «rumores y especulaciones infundadas».

Körner afirmo que la situación llevó a «actuar con rapidez y decisión» y aseguró que el colapso «habría sido catastrófico no sólo para Suiza sino para la economía mundial».

El vicepresidente del Banco Nacional Suizo –el banco central de ese país-, Martin Schlegel, afirmó, en la misma línea que los directivos del banco, que se trataba de la única salida.

Sin la compra de UBS, «era muy, muy posible que una crisis financiera en Suiza y el resto del mundo hubiera sucedido», afirmó ayer en declaraciones televisivas.

El saldo de las últimas tensiones en los bancos también dejó, en Estados Unidos, la caída del Silicon Valley Bank (SVB) y el Signature Bank.

Según afirmó hoy en una carta a accionistas el CEO de JPMorgan, Jamie Dimon, los efectos «aún no terminaron» y «se sentirán por años».

Consideró que las turbulencias se debieron, entre otros motivos, a la ausencia de pruebas de estrés sobre los efectos que traería una suba de tasas de interés.

Por su parte, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen declaró ayer que la situación bancaria está «estabilizándose» con una baja en la salida de depósitos que impactaba a los pequeños y medianos bancos.