El papa Francisco, quien según muchos informes usó una palabra muy despectiva para describir a la comunidad LGBT, no tuvo intención de usar un lenguaje homofóbico y pide disculpas a cualquiera que se haya sentido ofendido, comunicó este martes el Vaticano.

«El Papa nunca tuvo la intención de ofender o expresarse en términos homofóbicos, y pide disculpas a aquellos que se sintieron ofendidos por el uso de un término del que otros han informado», precisó el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, en un comunicado enviado por correo electrónico.

El papa Francisco utilizó un término muy despectivo hacia la comunidad LGBT al reiterar en una reunión a puerta cerrada con obispos italianos que no se debe permitir que los homosexuales se conviertan en sacerdotes, informaron el lunes los medios de comunicación italianos.

La Repubblica y Corriere della Sera, los diarios italianos de mayor difusión, citaron al Papa diciendo que los seminarios, o colegios sacerdotales, ya están demasiado llenos de «frociaggine», un término vulgar italiano que se traduce aproximadamente como «mariconería».

Inicialmente, el Vaticano no respondió a la petición de comentarios, remarcó la agencia de noticias Reuters, que posteriormente publicó el comunicado con el pedido de disculpas.

La Repubblica atribuyó su historia a varias fuentes no especificadas, mientras que Corriere aseguró que estaba respaldada por algunos obispos no identificados, que sugirieron que el Papa, como argentino, podría no haberse dado cuenta de que el término italiano que usaba era ofensivo.

El sitio web de cotilleos políticos Dagospia fue el primero en informar sobre el supuesto incidente, que habría ocurrido el 20 de mayo, cuando la Conferencia Episcopal Italiana inauguró una asamblea de cuatro días con una reunión no pública con el Sumo Pontífice.

A Francisco, de 87 años, se le atribuyó hasta ahora el mérito de llevar a la Iglesia Católica Romana a adoptar un enfoque más acogedor hacia la comunidad LGBT.

En 2013, al comienzo de su pontificado, expresó: «Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?», mientras que el año pasado permitió a los sacerdotes bendecir a miembros de parejas del mismo sexo, lo que provocó una fuerte reacción conservadora.

Sin embargo, lanzó un mensaje similar sobre los seminaristas homosexuales -menos la palabrota- cuando se reunió con los obispos italianos en 2018, diciéndoles que investigaran cuidadosamente a los solicitantes del sacerdocio y rechazaran a cualquier sospechoso de homosexualidad.

En un documento de 2005, publicado bajo el mandato del difunto predecesor de Francisco, Benedicto XVI, el Vaticano indicó que la Iglesia podía admitir en el sacerdocio a aquellos que hubieran superado claramente las tendencias homosexuales durante al menos tres años.

El documento decía que los homosexuales practicantes y aquellos con tendencias «profundamente arraigadas» y los que «apoyan la llamada cultura gay» deben ser excluidos.

Bruni precisó además que Francisco estaba «consciente» de los informes.

El portavoz del Vaticano reiteró que el Papa sigue comprometido con una Iglesia acogedora para todos, donde «nadie es inútil, nadie es superfluo, (donde) hay lugar para todos».