Después de haber atraído inmensas muchedumbres en Sri Lanka, país mayoritariamente budista y donde los católicos apenas alcanzan al 7%, el Papa llegó hoy a Filipinas donde lo esperan millones de personas en una sociedad ultracatólica.

Durante la visita no se detectó ningún riesgo de ataque terrorista ni se registraron incidentes, señaló el portavoz papal, padre Federico Lombardi.

La misa de canonización del primer santo de Sri Lanka, Joseph Vaz, oficiada frente al mar en Colombo, habría concentrado según la Policía a un millón de personas, católicas y adeptas a otras religiones.

Francisco también estuvo en el santuario de Madhu, en el norte, en zona tamil, donde evocó los males de la guerra civil y lanzó un llamado al arrepentimiento y al perdón. También logró reunir a un millar de religiosos de todas las confesiones presentes en Sri Lanka, frecuentemente rivales: budistas, hindúes, musulmanes y cristianos.

De manera imprevista, visitó un templo budista, manifestando claramente que su compromiso interreligioso no es una simple fachada.

A pesar de ser minoría, la iglesia católica está presente en las dos comunidades del país, la cingalesa y la tamil, y juega un rol de puente entre ambas, algo que subrayó el Papa.

Control de la muchedumbre y la seguridad

En Filipinas lo espera un esquema por completo diferente. Encontrará a una Iglesia que cuenta con más del 80% de la población, muy potente, instalada, comprometida en todos los frentes, y que presiona al poder político.

Dos momentos son los más esperados del programa también muy apretado para el Papa, que en Sri Lanka mostró signos de fatiga.

El sábado se trasladará a Tacloban, en la isla de Leyte, a 650 kilómetros de Manila, víctima en 2013 del tifón Haiyan, que provocó más de 10.000 muertos, decenas de miles de damnificados y destruyó las infraestructuras.

La visita corre riesgo de ser caótica, el aeropuerto apenas acaba de ser reparado, y son esperadas centenares de miles de personas, por tierra y por mar. El Papa respondió al deseo de los obispos filipinos para que manifieste la solidaridad de la Iglesia frente a este desastre natural.

Francisco, que prepara para la primavera (boreal) una encíclica sobre el medioambiente, podría denunciar los perjuicios que la corrupción, el desbarajuste, y el enriquecimiento excesivo de una minoría, provocan sobre nuestro entorno natural. Filipinas, nuevo dragón de Asia en fuerte crecimiento económico, es uno de los países con mayores desigualdades y más corruptos de Asia.

El otro gran evento tendrá lugar el domingo con una misa final en el Rizal Park de Manila, donde millones de fieles -hasta unos 6 millones- son esperados, inclusive podrían ser más que los que atrajo Juan Pablo II durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de 1995.

Todo esto crea un rompecabezas y preocupaciones para los servicios de seguridad: riesgo de avalanchas humanas y, nunca se sabe, eventuales atentados islamistas.

Más de 40.000 soldados y policías han sido desplegados a partir de hoy y durante cinco días para garantizar la seguridad del Papa en este archipiélago, en el que dos sumos pontífices, Pablo VI y Juan Pablo II, fueron objeto de intentos de asesinato.

«Este año, esto representará nuestra mayor pesadilla», comentó el comandante en jefe del ejército filipino, general Gregorio Catapang, an tanto preparaba a sus tropas. Para las autoridades, el control de las muchedumbres representa la mayor preocupación.

El presidente Benigno Aquino suplicó a los filipinos que mantengan la calma, y eviten crear estampidas que podrían poner en peligro la seguridad del Papa.