SáBADO, 30 DE NOV

El papa Francisco le habló a líderes de la patronal italiana

"El hombre, en el centro de cada empresa", dijo el Sumo Pontífice ante siete mil representantes de Confindustria. "Sean constructores del bien común y artífices de un nuevo humanismo del trabajo, enfatizó.

 

El Papa recibió en los últimos días a siete mil representantes de la patronal italiana Confindustria, que es la confederación que desde hace más de un siglo reúne a unas 150 mil empresas.

En su discurso, el Santo Padre destacó el compromiso que se proponen cumplir los miembros de esta asociación, que por primera vez encuentra al Pontífice. Además, recordó el lema que han elegido para su encuentro jubilar, “Hacer juntos”, que conlleva “trabajar juntos”, involucrando a los sujetos a menudo olvidados o descuidados. Para lograrlo, el Papa invitó a que en el centro de cada empresa esté el hombre, sus sueños, sus necesidades, sus esperanzas y sus fatigas.

Ante tantas barreras de injusticia, soledad y desconfianza, Francisco señaló que el mundo del trabajo “está llamado a dar pasos valientes, para que ‘encontrarse y hacer juntos’ no sea solo un lema, sino un programa para el presente y el futuro”.

El Santo Padre concluyó su intervención alentando a los presentes a ser constructores del bien común y artífices de un nuevo “humanismo del trabajo”. “Están llamados a tutelar la profesionalidad y, al mismo tiempo, a prestar atención a las condiciones en las que el trabajo se realiza, para que no se verifiquen incidentes y situaciones de malestar. Que su camino a seguir sea siempre la justicia, que rechaza los atajos de las recomendaciones y de los favoritismos, y las desviaciones peligrosas de la deshonestidad y de los fáciles acuerdos. Que la ley suprema sea en todo la atención a la dignidad del otro, valor absoluto e indisponible. Que este horizonte de altruismo caracterice su compromiso que los llevará a rechazar categóricamente que la dignidad de la persona sea pisoteada en nombre de exigencias productivas, que enmascaran miopías individualistas, tristes egoísmos y sed de ganancia”, dijo.

Para el Pontífice, “esto es verdaderamente posible, con la condición de que la simple proclamación de la libertad económica no prevalezca sobre la concreta libertad del hombre y sobre sus derechos, que el mercado no sea absoluto, sino que honre las exigencias de la justicia y, en último análisis, de la dignidad de la persona”. “Porque no hay libertad sin justicia y no hay justicia sin el respeto de la dignidad de cada uno”, insistió.

 

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